Memorias, entre el pasado y el presente (3)
Fecha: 31/10/2019,
Categorías:
Hetero
Autor: zorroblanco2003, Fuente: SexoSinTabues
... — ¡Bueno, vale ya, vamos a follar! —espetó con su voz de sargento. Puso a la muchacha sobre las balas de paja, a cuatro patas, como el día anterior, y le levantó las enaguas como en aquella ocasión arrancándole el taparrabos. Nada más ver su culo le dio una fuerte palmada y vociferó triunfante, alardeando el buen culo que tenía y lo buena que estaba. — ¡Te voy a follar todos los días! —añadió volviendo a palmear su culo. Sin más miramientos tomó su verga en la mano y apuntándola hacia la chica, que permanecía aferrada a la paja, la cogió por el culo y se la clavó. Esto la hizo gritar, con el tiempo descubriría que la precipitación y poca delicadeza de mi padre eran los que habían provocado este “dolor” en la chica, el no esperar a que ella se sintiese predispuesta, pero claro mi padre follaba como un animal y no aceptaba un no por respuesta. Las primeras embestidas fueron dolorosas para la muchacha. Mi padre pareció comprender y sacándola se acercó a aquel chocho joven y negro y le escupió un par de veces, luego le metió los dedos esparciendo su saliva por todo él y tras esto la penetró de nuevo. Esta vez la chica ya no gritó como antes, aunque no dejó de quejarse con menos intensidad. Mi padre siguió follándola como una bestia, embistiéndola y dándole azotes en el culo. Fue curioso porque los quejidos de la chica cambiaron de tono, por momentos nos pareció que en vez de quejarse le estaba gustando, aunque tampoco acertábamos a distinguir un gemido “de queja” de uno “de ...
... placer” en aquellos tiempos. Mi amigo y yo nos miramos, entonces vi como Albert se tocaba su mienbro erecto entre la paja y yo lo imité, supongo que por probar tampoco perdía nada. Más abajo a escena se precipitó y mi padre aulló como un coyote y sujetando con fuerza su culo, continuó embistiéndola salvajemente hasta que se quedó parado, con movimientos espasmódicos la metía y la sacaba, al tiempo que gemía y vociferaba: “¡Uh! ¡Uh!”; mientras la esclava ahora también daba unos pequeños gritos. La escena se detuvo y mi padre extrajo finalmente su minga del coño negro del la chica. Como orgulloso del lo que había hecho se subió los calzoncillos y los pantalones y se ajustó el cinturón. La chica permaneció inmóvil, tal vez con miedo a que si hacía algo o se volvía recibiría un castigo. — ¡Vaya jovencita, cada vez me gusta más tu chocho! ¿A que hoy te ha gustado? —le preguntó mientras se vestía. La esclava no contestó, se quedó quieta y permaneció impasible. Era difícil creer que los rudos modales de aquel viejo gustasen a ninguna fémina. — ¡Contesta! —le dijo dándole un azote—. ¿Te ha gustado? — ¡Si. si señor, me ha gustado! —exclamó la chica aterrorizada. — ¡Eso es mujer, me gusta que seas agradecida! ¡Qué calor hace, anda ve a tu casa y mañana te quiero ver aquí a esta misma hora! ¿Entendido? — ¡Si. si señor! —respondió la chica atreviéndose a girarse para ver a mi padre. Albert y yo seguíamos petrificados allí arriba, hoy no hicimos ningún ruido así que la escena no se ...