Memorias, entre el pasado y el presente (3)
Fecha: 31/10/2019,
Categorías:
Hetero
Autor: zorroblanco2003, Fuente: SexoSinTabues
... satisfacerme, sino no te daré más chocolate! — Está bien señorito, Dora estará siempre a su servicio para lo que usted guste —afirmó con su parsimonia habitual. Dora se echó en una mesa cercana de mi cuarto y con su bata blanca se me ofreció para que yo descubriese su culo. Creo que me temblaban las manos cuando las posé sobre sus nalgas, suaves y ligeramente esponjosas. Luego le subí la tela y descubrí su culo a la luz de una lámpara de queroseno que teníamos encendida, su tono era marrón, más claro que el del chocolate. Con emoción mal contenida lo palpé mientras ella se dejaba hacer. Estaba con su taparrabos blanco, que lo tenía pasado por entre las piernas y atado a la cintura que la circundaba. Su culo era enorme, pues como dije antes Dora era de buen comer y yo apenas ocupaba la mitad de él con mi famélico cuerpo blanquecino y desnudo tras ella. — ¿Señor, no me daría otra onza de chocolate? —preguntó ella mientras seguía echada sobre la mesa. Automáticamente cogí la onza y se la di, introduciéndolo yo personalmente en su boca, ella chupó mis dedos dulcemente, este detalle inesperado me gustó, me imaginé que me chupaba el pito. — ¡Dora quiero ver tus pechos! —le dije si pensarlo, al verla echada en al mesa con su escote ofreciéndomelos. — ¡Bueno, el señorito me pide unas cosas muy raras hoy pero Dora lo complacerá, siempre lo hace!, ¿verdad? —dijo servicial. Se levantó el liviano vestido blanco y sus enormes pechos, caídos se ofrecieron a mi como inmensas montañas, tan ...
... grandes como las ubres de una vaca. Cuando me acerqué ella me tomó las manos, como intuyendo mis intenciones y me las puso sobre sus pezones negros, apretándomelas contra ellos. Estaba más blandas que su culo pero a la vez duras y pesaban una barbaridad, se las levanté mientras ella se sonreía, haciendo como si fuese un forzudo. — Señorito, le cuento un secreto, ¿sabe que de pequeño usted mamó de estos pechos? —me confesó—, su madre no tenía suficiente leche y Dora lo alimentaba cuando ella no podía. Venga chupe de ellos para recordar viejos tiempos —me dijo cogiéndome amorosamente mi pequeña cabeza y acercándola a sus grueso pezón. En mi boca aquel pezón creció y se endureció, su sabor era ligeramente salado, tal vez por el sudor de Dora pero a mi me supo a gloria en aquel momento. Luego me pasé al otro e igualmente o chupé hasta ponerlo duro, incluso lo mordisqueé suavemente aunque bajo las advertencias de su poseedora, que me dijo que ni se me ocurriera morderlos. — Dora, ¡ahora quiero que me hagas una paja! —le espeté ya sin remilgos. — ¿Una paja señorito? ¿Y eso qué es? —preguntó ella extrañada. — Una paja, en el pito. —aclaré yo cogiéndolo y moviéndolo como ejemplo. — ¡Ah claro ahora comprendo! Bueno, como le dije ayer, por esto me azotarían así que lo único que le pido aparte del chocolate es que sea discreto en cuanto a estos favores que Dora le hace. — De acuerdo Dora, puedes confiar en mi —aseguré yo. Dora me llevó a mi cama y allí se sentó a mi lado, tan desnuda ...