1. M A R I N A


    Fecha: 16/11/2019, Categorías: Incesto Autor: iccs, Fuente: SexoSinTabues

    ... más íntimos. Puedo jurar que jamás he probado ni probaré nada que combine mejor con la nata montada que el coño jugoso y adolescente de mi sobrina predilecta: Marina. -¡Tíoooo! – Gimió una y otra vez al verse atacada en tan íntimo recoveco -. Tíooooo… Su boca protestaba pero si ella me agarró del cabello no fue precisamente para que dejase de chuparla sino para que lo hiciese con mayor ahínco. Arqueó su cadera para facilitar la posición de mi cabeza y sus espasmos eran tan fuertes ante mi arremetida que parte de la vajilla que había sobre la mesa cayó al suelo, haciéndose añicos contra él. Me atrajo tan fuerte que prácticamente me asfixió contra su vulva, pero no me importó en absoluto; no veo mejor manera de morir que ahogado en aquel mar de nata y flujo. No recuerdo cómo logre liberar mi herramienta de su encierro tras la bragueta; medio arrodillado en el salón de mi casa y comiéndole el coñito a mi pequeña princesa. El hecho cierto es que de repente vi en mi mano la verga y no pensé en otra cosa que no fuera enterrarla en aquella gruta que aún rezumaba flujo y nata. Me levanté como un resorte, agarré a Marina por las caderas, la coloqué justo en el borde de la mesa y le clavé la polla de un solo golpe, tan adentro como me fue posible. Mi delicadeza o mesura debieron perderse con el teléfono móvil, desaparecido quién sabe cuándo ni dónde. Mi embate fue un compendió de brusquedad y violencia. Marina, mi dulce y tierna Marina, lanzó un chillido agudo al que siguieron mil ...
    ... más; uno por cada arremetida que le propinaba. Sólo dejó de gemir cuando me abalancé sobre ella y clavó sus dientes en mi hombro mientras la penetraba. Se enroscó en mí con brazos y piernas, como una anaconda, fusionando su elástico cuerpo con el mío. Fue una penetración salvaje, animal, febril, intensa… casi violenta. Fue un verdadero polvazo. Algo mágico… yo diría que irrepetible. Pero no fue así ya que resultó ser el primero de una larga serie, que aún perdura. Ya lo creo que se repitieron. Decir que me corrí en su coño es sencillamente quedarse corto. Aguanté lo que pude pero es que Marina, mi niña, se corrió de tal forma, apretó sus entrañas en torno a mi falo de una manera tan intensa y desmedida que me fue imposible contenerme por más tiempo y justo cuando ella alcanzó el orgasmo yo me achicharré como una cucharada de masa de tortita lo haría en el fuego de su vagina. Para aplacar ese fuego, chorros de semen a toda presión inundaron su vagina, como si mi verga fuese la manguera de un camión de bomberos. Permanecimos los dos solapados, abotonados como perros, mientras intentábamos recobrar el aliento. Para los dos fue un polvo especial: para mí, sin discusión, el mejor y para ella el primero de su vida, al menos con un hombre. Según me confesó después, hasta ese momento sólo había tenido diversas experiencias lésbicas una de las cuales se llevó por delante su himen. Cuando todo terminó y recuperamos nuestra lucidez, la situación fue, cuanto menos, algo embarazosa. Ninguno ...