1. M A R I N A


    Fecha: 16/11/2019, Categorías: Incesto Autor: iccs, Fuente: SexoSinTabues

    ... de los dos sabíamos cómo actuar. Vergüenza, miedo, culpa… eran sentimientos que se contraponían con la satisfacción carnal recién obtenida. Supongo que a mí, como ser adulto y responsable, me correspondía decir algo pero no tuve el valor para hacerlo. Me limité a ayudarla a buscar sus ropas y ver cómo se vestía en silencio, sin mirarme a la cara. Por encima del resto de sentimientos había uno que prevalecía: el miedo. Miedo, pero no por lo que habíamos hecho, sino todo lo contrario: miedo a que no se repitiera. Supuse que iba a perderla para siempre así que me armé de valor y quise decir algo ocurrente que lo impidiera. Al fin y al cabo ella era la menor y yo el adulto. -Yo… yo… Balbuceé, sin saber cómo empezar. -¿Dónde está el móvil? – me interrumpió de repente. -¿El móvil? ¿Qué móvil? -Sí, mi teléfono. Con el que hacías las fotos. Lo… lo llevabas tú, ¿dónde lo has puesto? -No sé, Marina. No lo recuerdo. El móvil. Claro. Nos pusimos los dos a buscarlo. Enseguida lo encontré junto a una de las patas de la mesa. Mientras ella lo examinaba quise volver a la carga pero ella de nuevo se me adelantó. -Pero, ¿qué has hecho, tío? -No sé… perdona Marina. No sé en qué estaba pensando. No… no he podido contenerme… Lo siento. -Digo con el móvil, ¿qué coño de botón has apretado? -¿Qué? Ah, el botón. Si… Las fotos. El que me dijiste. -¡No has hecho ni una foto! ¡No se ha grabado nada! Me dijo con los ojos muy abiertos con cara de alucinada. -¿Qué? Yo… yo le di al botón ese… -¿Ese? ¡Pero ...
    ... ese no es, era este otro! me indicó entre risas otro de los iconos distinto al que yo había pulsado. Temí su reacción airada pero una vez más su carácter dulce salió a relucir. Marina me regaló una cálida sonrisa, y se apiadó de mi torpeza suprema dándome un beso casto en la mejilla. -Eres un desastre con esto de las tecnologías, tío. Pero. solo con las tecnologías… ¿Eh? Me susurró al oído. ¡Te quiero! Y tras decirme esto me estampó un beso en los labios que por poco me deja sin aire. Mientras su lengua jugaba con la mía me sentí aliviado por su actitud conciliadora y para nada beligerante. Cuando dejó de besarme no me quedó más remedio que, una vez más, admitir mi analfabetismo tecnológico. -Lo siento, Marina. Sobre todo por las fotos. Los dos teníamos muy claro que mi disculpa no sólo se debía a mi escasez de pericia con el teléfono. -No pasa nada, tío. ¡Qué se le va a hacer! – Dijo restándole importancia al asunto con su natural frescura. Y tras guiñarme un ojo pícaramente, prosiguió: -Tendré que volver mañana. ¿Te parece? -¿Mañana? Pregunté. ¿Segura? -Sí, tío. Elvira no puede quedarse sin las fotos. Y tras una pausa, apunté sonriente: -Haré tortitas. Y un montón de nata; montañas de nata y… también sirope de fresa… -¡Síiiiiiiii! EPILOGO En los siguientes tres años Marina culminó Secundaria e inició su carrera Universitaria. Quiso ser periodista; como mi tío favorito, decía. Mientras, seguíamos merendando de vez en cuando. Por supuesto: Tortitas con nata y sirope. Vinieron ...