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Un secreto entre mi suegra y yo
Fecha: 21/11/2019, Categorías: Infidelidad Autor: nexdelca, Fuente: CuentoRelatos
... deseo. Mejor dicho, nos deseamos mutuamente. Se le salieron las lágrimas un poco. Había frustración en ella. Me le acerqué y la abracé con ánimo consolador. Fue inevitable que el olor de su cuerpo me hiciera hervir. La visión de su cuello sudado, desnudo con ese lunar café nítido y casi redondo del lado derecho me pararon los vellos del cuerpo. La erección fue imposible de contener. Yo la abracé más fuerte susurrando un lo siento. Ella correspondió apretando mi cuerpo contra el de ella. Sus senos grandes, desparramados apenas separados por la delgada tela de su vestido se aplastaron contra mis costillas. No traía sostenes. Al carajo me dije. No hice el menor esfuerzo para que mi erección se ocultara. La pegué contra su vientre. La sintió. Nos miramos fijamente como ocurrió dos noches antes en la salita de su piso. Era la misma energía que gravitaba. La emoción era enorme y el miedo a romper la estela de prejuicios era fuerte. Pero dio el primer paso al vacío mirándome con pupilas desafiantes. Se apartó de mí un par de metros. Metió sus dos manos por debajo de la falda de su vestidito sin permitir nunca que yo viera más por encima de sus muslos carnosos. Ante mi atónita mirada dejó caer entre sus pies la única prenda íntima que portaba. Retiró el peine de su pelo y éste cayó suelto haciéndola lucir más bella, más natural. Su calzón azul turquesa de encajes de seda cayó enrollado entre sus pies descalzos. Dio un paso hacia un lado para desenredar la prenda de sus pies. ...
... Ahora ya no había sino una tela azul que me separaba de su sexo. Ne necesitamos más diálogo. De allí en adelante fue el instinto quien nos guio. Yo repliqué con un gesto atrevido y provocador. Me mordí los labios mirándola fijamente mientras dejaba que mi playera se deslizara por mis piernas. Mi calzoncillo blanco, ajustado y pequeño con su bulto evidente atrajo su mirada. Ella también se mordió sus labios rosados. Di dos pasos reduciendo la distancia que nos separaba con mi corazón dando brincos. Rosa hizo lo mismo hasta que quedamos tan cerca que nuestros alientos se confundían. Me puso una mano en mi pecho acariciando mis vellos y la otra en la cadera justo en la tiranta de mi calzoncillo. Acercamos nuestras bocas. Beso. Beso sin límites. Beso prohibido, fuerte. Beso infiel y delicioso. Beso pecaminoso, pero placentero. Beso largo, intenso, con carga erótica infinita. Ella se entregó a ese beso con su boca pequeña y sus ojos cerrados. Yo la dejé que se saciara a su ritmo prestándole mis labios y mi lengua y ella prestándome la suya. No tomé ninguna iniciativa para pasar a otra etapa. Su mano, fue su mano la que dio luz verde. Fue esa mano necia y atrevida la que se posó encima de mi bulto palpitante cada vez con caricias más fuertes. Cansada del beso. Se arrodilló con ansiedad. Siempre había querido esto, susurró antes de bajarme lentamente el calzoncillo. Mi verga salió disparada, magnífica con brillo de lujuria apuntando a sus ojos. Ella no paraba de mordisquearse los ...