1. Emilio (Una noche en Jaén)


    Fecha: 22/11/2019, Categorías: Confesiones Autor: dont343, Fuente: CuentoRelatos

    ... menos, en apariencia. Nadie en el local se había dado cuenta de nada de lo que estaba ocurriendo. Pero Emilio estaba siendo objeto del disfrute de dos machos, que en ese momento lo tenían para ellos.
    
    - ¡Que culo tienes, niño!... te lo voy a reventar, le dijo el tipo ese, dándole lengua sin tregua entre las nalgas.
    
    Sin embargo, Tobías estaba mas interesado en sus orejas en ese momento.
    
    - ¡Me vuelves loco, nene! Te voy a comer enterito, ¡cabrón!… ¿de donde sales tu?
    
    Emilio, solo se dejaba llevar por esa sensación, que tanto le gustaba; saberse deseado y entregarse.
    
    ¡Que disfruten!, se decía a si mismo, mientras se lo trajinaban.
    
    De repente, sintió un buen rabo entrando con chulería en sus entrañas; y no pudo evitar gemir de puro placer…
    
    - ¡Ahyyy!, ¡que gusto!… ¡sigue, coño!...¡dale!…
    
    El tipo le agarró por las ingles, se lo arrimó y empezó a pegarle fuerte. Y al ver que Emilio se inclinaba hacia delante pidiendo más, empezó a pegarle zambombazos sin ningún miramiento... pero, eso sí, con mucha sabiduría.
    
    Tobías, por su parte, había conseguido ponerle a tope, dándole lengua en las orejas.
    
    Y volvió a bajar para comerle la polla, mientras se lo follaba, el maestro.
    
    A los pocos minutos...
    
    - ¡Ahhh!… ¡que a gusto me quedo, niño! ¡Que polvo mas rico!
    
    Estaba corriéndose. Se la machacaba para exprimirla bien. Había tenido la delicadeza de sacarla fuera, antes de hacerlo; y eso le gustó a Tobías, que también quería follárselo.
    
    Por eso, sacó un ...
    ... preservativo de su chaquetilla, se lo colocó y enseguida se situó detrás para enchufársela...
    
    - ¡Mmmmmmm!, que culo mas rico tienes, nene. Y que calentito. ¡Como me gustas, cabrón!
    
    El maestro, salió del servicio con cara de satisfacción...
    
    Aunque, le dijo al camarero, que el sitio era muy pequeño y resultaba un poco incómodo.
    
    - ¿No tienes un sitio mas apropiado donde podamos darle lo que se merece, niño?
    
    - ¡Claro, quillo!... ¡por supuesto!
    
    Entró en el servicio... y tuvo que hacer un pequeño esfuerzo, para no hincarle el diente a Emilio.
    
    - ¡Quillos!... que tengo un sitio que os va a gustar mas que este... ¡venid conmigo!
    
    Salieron los tres, con absoluta naturalidad y totalmente recompuestos; y pasando a la barra, entraron en la cocina.
    
    - Vámonos al fondo, dijo Josele
    
    Y entraron en la sala en la que se preparaba todo lo que hacía falta para atender a la clientela.
    
    Había; dos armarios grandes, llenos de todo tipo de utensilios para la cocina; un par de sillas; y, una mesa grande para poder trabajar a gusto.
    
    - Aquí podemos estar mucho mejor ¿no les parece?
    
    - Miraron a su alrededor; y enseguida siguieron por donde se habían quedado. A lo suyo.
    
    Fuera, hubo gente que sintió curiosidad por saber quienes eran esos que acababan de pasar a la cocina con Josele, el dueño. Pero, este, que era muy despierto, supo salir del paso diciendo que el chico se sentía mal y le estaba preparando un remedio.
    
    - ¡Necesita tranquilidad!, les dijo.
    
    Miró al ...