El semental de confianza II
Fecha: 22/11/2019,
Categorías:
Hetero
Autor: Thomas, Fuente: CuentoRelatos
... hora vuelven?”, preguntó Ramón.
Se sacó el pene de la boca y vio el reloj en la pared. “Claudia viene como a las dos y casi no sale. Patty llega como a las 4. Yo tengo un shower en la tarde, o sea, dame lo que me tengas que dar pronto”, dijo Patricia. Eran poco más de las 9:00.
“¡Cabrona, siento hasta tus anginas!”, dijo Ramón, cuando Patricia volvió a tragar su enorme tronco. La señora simplemente siguió mamándole el pene con avidez, gimiendo de pasión.
Ana, su madre y sus dos hermanas eran muy unidas. Bromeaban mucho y se llevaban asombrosamente bien. No parecían tener secretos, y dependía solo de Ramón la armonía entre ellas. Se cogía a la madre y a una hija, estaba a punto de cogerse a otra hija con quién ya guardaba obscuros secretos y tenía en la mira a la tercera. Ramón deseaba tener toda la colección, tal y como le dijo a Ana.
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“Hay algunos detalles que tu papá no ha tenido tiempo de arreglar”, le dijo Ana al Choro.
“¿Ah sí?, ¿Cómo cuáles?, preguntó el muchacho.
“Al rato te digo”, dijo ella.
Ana tenía una amiga gringa de mucha confianza, de hecho, eran mejores amigas, con quién habló por la mañana para dejarle a los niños so pretexto del polvo de la construcción.
Le pidió al Choro que la acompañara a dejar a los niños, ya que la camioneta de Eduardo no tenía porta-bebés. Llegaron a casa de Mally, su amiga, y dejó a los niños, con todos sus artefactos. Mally tenía tres hijos de edades similares y le encantaba cuidar a ...
... los de Ana, las pocas veces que los dejaba con ella. Les hablaba en inglés, y siendo educadora, sabía bien como tratar a niños tan pequeños.
Ana y el Choro se dirigieron de nuevo a su casa. Cuando llegaron, Ana le dijo al muchacho que tenía una clase de tenis, para lo cual se vistió con la ropa deportiva apropiada: camiseta blanca, faldas muy cortas y tenis blancos, solo con un pequeño detalle: no se puso calzón.
Llamó al muchacho y le dijo que la acompañara a ver una gotera del fregadero de la cocina. El Choro sacó las cosas que guardaba Ana dentro del mueble y se metió con una lámpara, boca arriba.
“Ha de ser un empaquito o algo sin importancia”, dijo Ana, al sentir escurrir su fluido vaginal en su desnuda vagina. Ella había visto en algún filme porno que este método funcionaba bien.
Unió sus muslos como para aliviar un poco la sensación, mientras el muchacho le pidió que abriera la llave, pero todo se veía normal y seco.
Notando la erección del adolescente, Ana se aproximó, se recargó un poco sobre el gabinete, asegurándose que el Choro pudiera ver su vagina desnuda.
Hubo un momento de silencio. Era evidente que el jovencito se había percatado que no llevaba calzones y había visto su íntimo encanto.
Ana apretó y talló sus bellos muslos para tratar de calmar su incontenible escurrimiento.
El pobre muchacho estaba a punto de estallar. Ana vio que su pantalón no podría resistir su pavorosa erección.
Ana se recargó de nuevo en el gabinete, mientras ...