1. El semental de confianza II


    Fecha: 22/11/2019, Categorías: Hetero Autor: Thomas, Fuente: CuentoRelatos

    ... largos dedos, los mismos que exploraban su vagina y su ano cuando se daba el momento.
    
    Claudia se quitó los lentes, y se volteó hacia él. Era mujer de pocas palabras. Con la expresión de sus ojos, hacía que Ramón comprendiera sus deseos.
    
    Claudia se estiró, dejando entrever su estómago. Ramón aprovechó para desbotonar su blusa. Traía un brassiere muy poco sexy. Ella se levantó y lo besó ligeramente en la boca. Conociéndola, el albañil devolvió el superficial gesto y aprovechó también para soltar el ortodoxo sostén de Claudia, dejándole ver sus encantadores, pero algo pequeños senos.
    
    Ramón besó sus pezones, y estos se irguieron de inmediato. Los acarició con la parte inferior de sus brazos mientras metía sus dedos en la boca de Claudia, quien empezó a lamerlos en señal de completa aprobación.
    
    Ramón sentía su carga completa, aún después de haberse cogido a su mamá dos veces ese día.
    
    Claudia giró perezosamente en su cama. Ramón aflojó su pantalón y lo comenzó a bajar mientras ella hacía con su cuerpo los movimientos necesarios para facilitar su maniobra.
    
    En segundos, el albañil dejó a la caliente joven con su calzón, como única defensa a su desnudez total. Ni su madre usaba esos enormes calzones.
    
    “¡Así nunca vas a pescar marido, preciosa!”, le dijo Ramón. “Debes usar ropa como la de tu….”, Ramón se detuvo y comenzó a besarle el estómago.
    
    “¿La de mí que?”, preguntó Claudia.
    
    “Piensa rápido, pendejo, piensa”, pensó Ramón.
    
    “La que tiende tu hermana en el ...
    ... tendedero, es muy sexy”.
    
    Claudia jadeaba levemente, respondiendo a las caricias del albañil, pero gimió como loca cuando Ramón introdujo su mano debajo del calzón y empezó a frotar sus húmedos labios vaginales.
    
    Ramón le quitó el calzón, y ella abrió sus muslos, dándole una apetecible vista de su vulva que aguardaba sus caricias. Sin estar peluda, pero acostumbrado a las vulvas de Ana y su mamá que se las rasuraban periódicamente, Claudia meramente se cortaba el pelo púbico y limitaba su delicioso triángulo un aspecto retro, de los 60’s o 70’s, cuando las mujeres no se rasuraban sus intimidades.
    
    El albañil acarició maravillosamente el desnudo cuerpo de Claudia, cuando ella se volteó, mostrándole sus bellas nalgas. Luego la besó desde la nuca hasta sus dedos de los pies. El olor de la pura esencia de su cuerpo era distinta a las de Ana u su madre, quienes por lo general usaban perfume, era fresca y natural.
    
    Ramón le abrió las nalgas con las manos. El culo de Claudia era mucho más obscuro que los de su madre o Ana, pero tan suaves y tersas como la de ellas.
    
    Empezó a bajar con su lengua entre sus nalgas, lamiendo y besando su ardiente agujero que aún no era profanado por su enorme pene, pero haría hasta lo imposible por lograrlo, mientras frotaba su clítoris por debajo de su cuerpo, sintiéndolo más grande que el de su hermana, pero más chico que el de su madre.
    
    Claudia gemía de placer, retorciendo su cuerpo al compás de la lengua de Ramón. El albañil notó que no ...
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