El semental de confianza II
Fecha: 22/11/2019,
Categorías:
Hetero
Autor: Thomas, Fuente: CuentoRelatos
... insoportable.
El hábil muchacho, trepó al techo dispuesto a echase un buen taco de ojo. Estudió el ángulo de los fuertes rayos solares y determinó donde colocarse para que no hubiera sombra alguna que lo delatara. Se recostó en el lugar donde tendría una visión perfecta de la señora y esperó unos minutos.
Ana entró al baño, se quitó la blusa. No traía brassiere. Como un rayo, el enorme pene del junior se puso a su máxima erección al ver las encantadoras tetas de la joven señora. Bajó su pantalón, y se extasió mirando su bello cuerpo casi desnudo, solo interrumpido por uno de sus diminutos y provocativos calzones.
Desde arriba, el Choro vio como ella se quitó los calzones y se sentó en el excusado, apreciando sus hermosas nalgas salir claramente debajo de su espalda. Ana se puso de pie y abrió el agua, mientras se rasuraba las piernas.
Pero lo siguiente dejará perplejo al incipiente gigolo: Ana llevó su mano derecha a su vagina y se empezó a masturbar, gimiendo de placer, llevando sus dedos a su boca, siguiendo y siguiendo, hasta alcanzar un orgasmo en muy poco tiempo… “¡Ah, oh, oh, ¡Ramón, Ramón…! ¡Te tengo dentro, te tengo dentro!”, decía entre dientes, excitada al máximo. Para el Choro fue demasiado: Se volteó y empezó a masturbarse deliciosamente, volteando y viendo a Ana manosearse y escucharla gemir, algo jamás esperado. El Choro experimentó, contrario a su padre, una tremenda y excesiva eyaculación en poquísimo tiempo, mientras escuchaba los gemidos de Ana ...
... deseando obviamente a su padre.
A distancia, Ramón observaba el atrevimiento de su hijo quién no se percató de la presencia de su padre.
Ramón bajó por la escalera con su pene erecto al máximo. Había perdido ya control.
Se dirigió al baño, abrió la puerta y se metió en la ducha con Ana. La puso contra la pared, y de un certero movimiento, introdujo su enorme erección en el culo de su amante. Ella solo pudo curveó sus nalgas hacia él, para que la penetrara por completo. Ramón sabía que su hijo estaba en el techo y que muy posiblemente lo hubiera visto entrar, pero no dijo nada. Ya no le importó que su hijo se diera cuenta que su padre se cogía a otra mujer que no fuera su madre. La calentura era insoportable.
Y sí. El Choro escuchó el ruido de la puerta, volteó de inmediato después de limpiarse el semen en el pantalón y en el techo y vio el moreno torso de su padre entrar a toda prisa en la regadera escoltado por 11 pulgadas de su bien parado y obscuro pene, listo para hacer suya a la bella Ana.
Para su desgracia, no podía ver dentro de la regadera, pero escuchaba claramente sus palabras, jadeos y gemidos.
“¡Métemela toda... toda en el culo!”, le ordenaba a su papá. El Choro se deleitaba escuchando, deseoso por ver lo que sucedía, pero la pequeña abertura no se lo permitía.
De pronto se cerró la llave. El vapor de la regadera empezó a aminorar dándole una mejor visión al muchacho. Salieron empapados, abrazados, besándose- Ana se arrodilló ante su padre, ...