1. El semental de confianza II


    Fecha: 22/11/2019, Categorías: Hetero Autor: Thomas, Fuente: CuentoRelatos

    ... cuya monstruosa erección aguardaba impacientemente los labios de la bella señora.
    
    Ana de inmediato atrapó con su boca el pene de Ramón, mamándolo con suma avidez, más de la que el muchacho había visto a su corta edad, sorprendido por los enérgicos embates de su padre, viendo como la señora Ana se tragada aquella enormidad.
    
    El Choro estaba muy bien dotado. Aunque no como su padre, si alcanzaría fácilmente más de nueve pulgadas. Su pene era blanco, como él, pero indudablemente había heredado el masculino atributo que Ana deseaba también coger.
    
    “Pídele a tu mamá que cuide a los niños otra vez”, le dijo Ramón. Ana asentó con la cabeza mientras le daba aquel tremendo mamadón a su semental.
    
    “¡Dame tus mecos!”, ordenó Ana, “¡Dámelos!”, repitió.
    
    Ramón puso sus manos en las mejillas de Ana, y empezó a bombear en su boca con brutal fuerza, sin importarle mucho si la molestaba, pero ella lo devoraba con frenético placer. Le tomó la cabeza de forma tal que, virtualmente, se la estaba cogiendo por la boca. Aquello no era ya una mamada común.
    
    El Choro veía como su padre, con una increíble destreza utilizaba la cabeza la señora como si fuera un simple instrumento de placer. Ana babeaba demasiado mientras arrodillada aguardaba su caliente recompensa.
    
    “¡Ay culito, así, así, así!”, escuchaba el muchacho decir a su padre.
    
    “¡Ay putita, me voy, me vooooooy!”, gritó Ramón, mientras sus potentes pulsos llenaron la boca de Ana de su caliente semen, tanto que le salía por la ...
    ... boca por debajo del durísimo miembro de su amante.
    
    El Choro vio como la señora devoraba todo, incluso lo que cayó en los pies de su padre, lamiendo como la perra que era cada gota de la blanca leche de su papá.
    
    Ramón voleó hacia arriba, y alcanzó a ver a su hijo como le hacía la señal de aprobación con su dedo pulgar.
    
    Ana y Ramón se secaron, se besaron entrelazados por varios minutos. No era del agrado del albañil besarla en la boca inmediatamente después de haberse venido en ella, pero hoy el deseo era más poderoso que el asco, y no le quedó más remedio que “disfrutar” su propio semen en la boca de Ana.
    
    Pasó un rato antes de que Ramón y el Choro se juntaran para recoger desperdicios y herramientas y dar por concluido el día.
    
    “¡No aguantaba el calor!”, dijo Ramón a su hijo. “Me tuve que dar un regaderazo”, dijo.
    
    “Ajá”, dijo el Choro. “Regaderazo de mecos el que le acabas de dar a la Señora Ana, viejo cabrón”, agregó, riéndose. A Ramón no le quedó más remedio que aceptar y reírse.
    
    “Ahorita nos vamos. Ana me presta su carro para ir…. “, “¡Y sus nalgas!”, interrumpió el muchacho, haciendo que Ramón se riera, algo nervioso.
    
    “No hay pedo apá”, dijo el Choro. “Yo no vi nada”.
    
    “Gracias cabrón”, contestó Ramón.
    
    En el automóvil de Ana, conversaron más. “¡Que carro tan chingón tiene apá! No hay como tener un madral de lana ¿no?”.
    
    Ramón solo asentó con la cabeza, pero el muchacho deseoso de saber, seguía preguntando.
    
    “¿Desde cuándo te la estas culeando ...
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