1. Matilda, guerrero del espacio (capitulo 13)


    Fecha: 12/09/2017, Categorías: Sexo con Maduras Autor: calvito, Fuente: CuentoRelatos

    ... preciso. Para mí ha sido un privilegio que me confiaras esta nave, descartando a capitanes con un pasado mucho más limpio. El Kure es irrecuperable y yo soy prescindible. Quiero pagar mi deuda y quitarte a uno de esos cabrones.
    
    —Ernesto, por favor, no puedo seguir perdiendo amigos.
    
    —Te quiero Matilda: lo sabes. En esta vida y en la otra, si hay, siempre estaré a tus ordenes, —la imagen del antiguo almirante Ernesto Rojo desapareció de la pantalla. Desde el puente vieron como el crucero enemigo intentaba virar en redondo para zafarse de la embestida del Kure. No lo logró, y este le entró por la popa provocando una gran explosión en la zona de reactores que lo partió por la mitad. Los restos incandescentes de las dos naves se precipitaron en la atmosfera del planeta convirtiéndose en una enorme bola de fuego que cruzo el cielo de Karahoz.
    
    —Mi señora, reporte de daños, —dijo Ushlas reponiéndose a duras penas—. Daños menores en doce secciones. Los sistemas místicos se mantienen. La enfermería informa de veintitrés heridos por contusiones.
    
    —La flota imperial se retira del sistema, —informó Moxi.
    
    —¿Qué? ¿Abandona a su infantería? —exclamó Matilda, y después de meditar unos segundos, añadió—. Entonces es que Rahoi no está en la superficie. ¡Mierda, mierda, mierda! Sabe que no les podemos perseguir dejando atrás a nuestra infantería. Además, hay que recogen a los supervivientes de Kure, —y mirando a Ushlas, añadió—. Que salga todo lo que pueda volar para recoger las ...
    ... capsulas. Transmite la orden a la flota. ¿Cómo van las cosas en la superficie?
    
    —Las tropas imperiales se han hecho fuertes en el recinto exterior del monasterio, pero no han podido acceder al interior. La defensa de los monjes es férrea, y… la Princesa Súm lidera personalmente el ataque.
    
    —¡Jodida pitufa de los cojones!
    
    Todos miraron a Matilda mientras Ushlas preguntaba, —¿Qué es una pitufa?
    
    —No te preocupes, una cosa azul de la Tierra, —respondió Matilda quitándole importancia—. Pero te prometo que la voy a estar estrangulando hasta que cambie de color.
    
    Efectivamente, en la superficie, las fuerzas federales estaban a las puertas del santuario. Habían logrado abrir una brecha en el muro exterior por donde progresaron cogiendo a los imperiales entre dos fuegos con los monjes y monjas del monasterio. Con graves perdidas, intentaron replegarse hacia el exterior, pero finalmente se rindieron a causa de la tremenda presión de la Princesa y sus fuerzas.
    
    Matilda llegó en una lanzadera y encontró a la Princesa, sucia, sudorosa, ensangrentada y sentada en un trozo de muro, en medio de la carnicería en que se había convertido el patio central del monasterio.
    
    —Mi señora, mis armas, —dijo la Princesa, levantándose con problemas y arrodillándose ante ella, mientras la ofrecía sus espadas—. Aceptaré el castigo que quiera imponerme.
    
    Matilda la miraba con cara de pocos amigos, cuando vio como todos los miembros de su escuadrón, con Ramírez a la cabeza, y después el resto ...
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