1. Matilda, guerrero del espacio (capitulo 13)


    Fecha: 12/09/2017, Categorías: Sexo con Maduras Autor: calvito, Fuente: CuentoRelatos

    ... de fuerzas, se arrodillaban también detrás de ella. Su expresión fue cambiando, hasta que con un gesto de la mano la hizo levantarse.
    
    —En primer lugar, te vienes conmigo a la Tharsis y de cabeza a la enfermería. Ramírez, reúne en un lugar apropiado a los prisioneros y déjalos a cargo de los monjes. ¿Nuestros heridos están siendo evacuados?
    
    —Si, mi señora, aunque aún no tenemos el recuento de bajas, —respondió Ramírez.
    
    —La flota imperial ya va camino de Hirios 5. Tenemos que subirlo todo cagando hostias. ¿Está claro?
    
    —Perfectamente. En menos de una hora estará completada la evacuación. Pero después, respetuosamente, solicito correr la misma suerte que la Princesa.
    
    —Cuando estrangule a tu Princesa, pensaré si te estrangulo a ti también. Ahora cumple las ordenes y quítate de mi vista.
    
    —A la orden, mi señora, —dijo Ramírez cuadrándose, y dando media vuelta desapareció.
    
    —De acuerdo entonces, —y mirando a Súm, añadió con el ceño nuevamente fruncido—. Anda vamos.
    
    Regresaron a la Tharsis con la lanzadera atestada de heridos de la batalla. Las dos guardaban silencio. Matilda la miraba fijamente mientras la Princesa mantenía la mirada baja. Claramente estaba agotada. Llegaron al hangar, la ayudó a bajar, y cogiéndola por la cintura la llevó al dispensario casi en volandas.
    
    Allí la actividad era frenética y todo el personal sanitario estaba muy atareado. Ella misma la ayudó a quitarse el traje de combate, y con gasas y desinfectante la estuvo lavando. ...
    ... Afortunadamente, aunque ya lo suponía, casi toda la sangre que tenía no era suya: solo presentaba pequeñas heridas que manaban sangre azul. Eso si, el médico jefe del dispensario la pegó una bronca de impresión. En su opinión, no estaba en condiciones de combatir después de tres semanas convaleciente, y el tobillo lo tenía muy inflamado.
    
    —Doctor, dentro de tres días entraremos en combate en una batalla, que te aseguro que va a ser muy jodida, contra fuerzas que nos superan seis a uno. Si me dices que no debe combatir no lo hará: pero la necesito.
    
    —Mi querida Matilda, —contestó el doctor con una sonrisa—. Creo que la única manera de que impidas que esta capulla participe en esa batalla, es atándola con una cadena al cuello… y aun así, dudo que lo consigas.
    
    —¿Qué voy a hacer contigo? —preguntó cogiéndola la cara con las manos.
    
    —Matilda, —intervino el doctor—. Yo me ocupo de ella, dentro de tres días estará por lo menos en una condición aceptable.
    
    Matilda miró al doctor y luego a la Princesa mientras movía la cabeza de un lado a otro. Súm guardaba silencio mirándola de reojo. Finalmente, Matilda asintió.
    
    —¿Sabes? Le prometí a Ushlas que te iba a estrangular, pero eso seria darle más trabajo al doctor, —el doctor sé echó a reír y se fue para seguir atendiendo a los heridos. Miro detenidamente el cuerpo desnudo de la Princesa, y añadió—. He oído muchas veces la gilipollez de que las hembras de Mandoria tenéis todas el mismo cuerpo. Para nada: Ushlas y tú no os parecéis ...
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