Maria, la barbie madura
Fecha: 29/11/2019,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
me llamo Carlos, y tengo 41 años. Esta historia empezó una calurosa mañana del mes de julio de hace 8 años. Por aquella época trabajaba en una multinacional donde compartíamos el coche de empresa entre dos personas. El día anterior mi compañero había dejado el coche en un parking próximo a su casa y yo tenía que ir a buscarlo por la mañana para ir a ver a un cliente. Era una faena porque el parking estaba algo lejos de mi casa y tuve que levantarme pronto para ir a buscarlo.
Al llegar donde estaba el coche vi que aún era bastante pronto, así que, como no había desayunado, decidí entrar en un bar junto al parking a tomar un café y fumarme un cigarro.
Esa serie de casualidades fueron las que me llevaron a conocer a mi musa. Entré en el bar medio distraído y me senté en la barra esperando a que me atendieran mientras miraba mi teléfono móvil.
- Hola! Qué te pongo? - me preguntó una voz femenina con mucha energía.
Levanté la cabeza y ahí estaba ella. Una mujer de entre 45 y 50 años. Bastante alta, alrededor de 1,75. Llevaba una falda negra a la altura de las rodillas y un top rojo de tirantes muy finos. Pelo rubio que le llegaba un palmo por debajo de los hombros y unas sandalias negras. Sus ojos verdes con un tono marrón y su pequeña nariz quedaban escondidos por unos labios carnosos muy hidratados, no excesivamente grandes, simplemente perfectos. Su rostro acababa en una mandíbula con un diminuto hoyuelo que se abría y crecía cuando dibujaba una sonrisa y ...
... enseñaba sus dientes. Era una cara angelical, el rostro perfecto de una mujer madura.
- Un café con leche, por favor - Me sonrió y dio media vuelta.
De sus sandalias sobresalían unos dedos grandes, acabados en unas uñas pintadas de rojo. Unos finos tobillos iniciaban el recorrido sus piernas, largas y contundentes, que estaban tapadas de rodilla hacia arriba. Su falda dejaba entrever unos grandes y firmes muslos, y un culo redondo, más grande que pequeño pero proporcionado al resto del cuerpo.
- Aquí tienes tu café con leche cariño - me dijo con una gran sonrisa.
- Muchas gracias!
De caderas para arriba era un auténtico espectáculo. Su cintura era un pelín ancha aunque no tenía apenas barriga. Pero lo que llamaba la atención eran sus increíbles tetas. No podría decir la talla, tampoco importa. Simplemente eran enormes, hermosas, redondas, mirando hacia delante con clase, aprisionadas en el sujetador. El top tenía un agradecido escote y permitía ver el inicio del canalillo que separaba sus globos. Los finos tirantes le subían por sus hombros, donde su piel era más brillante.
Si la palabra milf saliera en el diccionario debería hacerlo con una foto suya. Toda ella era grande, de formas redondas, aunque todo muy bien puesto y proporcionado. No estaba ni mucho menos gorda, más bien era lo que siempre he considerado una jaca. Me quedé totalmente embobado observando cómo se movía dentro de la barra. Como botaban sus pechos cuando se movía. Viendo su escote cuando se ...