Maria, la barbie madura
Fecha: 29/11/2019,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... totalmente a su bola y de vez en cuando se me acercaba animándome a bailar. Yo no me creía lo que me estaba pasando... María seguía con la chispa del alcohol, sin llegar a estar borracha, y mi polla empezaba a marcarse en mis pantalones. Estuvimos como una hora bailando sin parar. Bueno, ella bailaba y yo admiraba su cuerpo. Y cuando podía me arrimaba e intentaba que bailáramos juntos. De repente se me acercó y me preguntó al oído si la acompañaba fuera del local a fumar un cigarro.
Una vez fuera nos encendimos un cigarro cada uno.
- Necesitaba salir una noche y pasármelo bien! Que suerte habernos encontrado! - Exclamó María, que, por culpa del alcohol, cada vez tenía más problemas para hablar claro.
- Pues sí ha sido una suerte. Mi noche tampoco daba para mucho hasta que tú has llegado - Contesté.
- Bueno, creo que voy a llamar un taxi y me voy a casa, no quiero que mi marido empiece a preocuparse. Me lo he pasado de maravilla. Gracias por hacer que una vieja como yo disfrute de la noche.
- Una vieja cómo tú? Ya quisieran mujeres con la mitad de tu edad estar tan deseables como tú!
Pasé dos dedos por su mejilla mientras le decía lo atractiva que era. Sus ojos se cerraron y movió su boca para darme un beso en los dedos. Con mi otra mano empecé a acariciar su otra mejilla. María giró su cara y abrió los ojos, pareciendo querer besar mi otra mano, pero vi como abrió la boca y empezó a chuparme los dedos. Primero el índice, dándole suaves toques con su ...
... lengua, y luego mi dedo corazón, que acabó metiéndose en la boca. Mientras me chupaba los dedos clavaba sus ojos verdes en los míos y notaba como su respiración se estaba alterando, al igual que la mía.
-¿Te apetece ir a un sitio más tranquilo a charlar? - pregunté.
Asintió con la cabeza, sin sacar mis dedos de su boca, y fuimos a un pequeño callejón a unos 50 metros. Tal como llegamos me empujó contra la pared, cogió mi mano y volvió a meterse los dedos en su boca. Esta vez lo hacía de una forma voraz, casi violenta, sin apartar su mirada de la mía. Un reguero de saliva empezó a caer de su labio inferior, deslizándose por su barbilla y cayendo en el canalillo de su blusa. Ya eran tres dedos en su boca y empezó a meterse también el meñique. Con sus dos manos me agarraba de la muñeca para que empujara los cuatro dedos hacia el interior de su garganta sin dejar de mirarme. El reguero de saliva ya se había convertido en una fuente que no paraba de brotar, y su canalillo estaba ya inundado por sus babas. Cada vez empujaba más fuerte mi mano, hasta provocarla arcadas. El rimmel de sus ojos empezaba a mezclarse con sus lágrimas. Con mi mano libre empecé a desabrochar los botones superiores de su blusa, que ya estaba empapada de sus babas. Empecé a ver su sujetador blanco, también empapado con su saliva.
De repente sacó mi mano de su boca, su saliva resbalaba por mis dedos.
- Te vas a correr y me voy a ir a casa antes de que mi marido se preocupe...
Asentí con la cabeza. ...