1. EL TORMENTO Y EL EXTASIS (1)


    Fecha: 08/12/2019, Categorías: Incesto Autor: Barquidas, Fuente: SexoSinTabues

    ... propuso a su hermano que por qué ese sábado no salían a cenar y luego a una Discoteca a ver qué conseguía cada uno, y es que ella llevaba tiempo sin salir, sin bailar, sin divertirse de verdad, y eso ya le volvía a apetecer… Amén de probar si todavía podía gustar a un hombre, que también llevaba sin“catallo” una burrada de tiempo, pues a tal respecto la “putería” no contaba, que aquello sólo fue asquerosamente “profesional”… Luego tampoco era plan mantenerse cual monja pues, hablando en “Román Paladino”, por ese camino, precisamente, Dios no la llamó… Llegado el sábado elegido la pareja se arregló cual la ocasión exigía, luciendo ella un vestido bastante más veraniego que primaveral en sedilla artificial que sea como fuere, la verdad es que le caía que ni a medida. Escote delantero que más que generoso resultaba de perdición para hombres “acalorados”, falda de medio vuelo que no cubría más allá de medio muslo pues quedaba casi un palmo por encima de la rodilla, veinte centímetros lo menos, en un color más rojo que la sangre y realzando esas espléndidas piernas con que Natura la regalara, un par de zapatos, también rojos, de agudísima puntera e increíble tacón alto de aguja. Por dentro, sujetador en “Palabra de Honor” de encaje negro, braguita-tanga a juego con el sujetador y medias también negras, tupidas, hasta casi las ingles, rematadas en ligas de encaje rojo realzadas con bisutera pedrería en azabache. El, sencillo conjunto también bastante veraniego; camisa de fino lino ...
    ... en color beige claro con manga larga arremangada hasta pelín debajo del codo y despechugada, presumiendo de “pecho lobo” en mor de la pelambre negra que le cubría casi toda la zona pectoral. Pantalón más que ligero, también en lino, y en color beige piedra. Zapatos marrones que diría reflejarían el rostro de cualquiera de lo lustrosos que estaban, si tal cosa no constituyera una gran exageración. Cenaron en un restaurante que no estaba nada mal, pues al excelente servicio y viandas que dispensaba, se unía un ambiente la mar de acogedor. La cena discurrió en animada charla, durante la cual más de una vez se entremezclaron las manos de él y ella, hasta tal punto que en un momento dado Laura dijo mientras se reía de su ocurrencia • Cualquiera que nos vea ahora pensará que somos una parejita de novios Al instante Juanjo soltó las manos de su hermana, enrojeciéndosele el rostro, lo que hizo que la risa de Laura se acentuara al verle • ¡Hay Juanjo!. ¡Si hasta te has ruborizado! Y Juanjo, cuanto más reía Laura, más colorado se ponía, con lo que las risas de ella amenazaron con no cesar nunca. Acabaron por fin la cena, rematada por suculentos postres y sendas tazas de café, amén de una copa de brandy “Independencia” de Osborne; caro, sí, pero Juanjo opinó que la ocasión lo merecía y total, euros arriba, euros abajo… ¡Qué importaban! Se sentía eufórico, a gusto, luego los euros era lo que menos le importaba en esos momentos en verdad felices, dichosos, como nunca antes lo fueran para ...
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