1. La reeducación de Areana (5)


    Fecha: 14/12/2019, Categorías: Gays Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    ... Quiero tus dedos…
    
    Areana sintió un sacudón en lo más profundo de sí misma, un estremecimiento que la sacudió de pies a cabeza.
    
    -¿Es que no me oíste, perrita? –insistió.
    
    -Es que… -musitó la niña.
    
    -Es que nada. Te di una orden. La cumplís y listo. De esto se trata, mocosa.
    
    Areana supo que no le quedaba otra que obedecer y entonces enjabonó sus dedos y metió el índice y el medio en esa hendidura y comenzó a moverlos de arriba abajo y a hundirlos cada tanto mientras escuchaba los gemidos de Amalia ante algo que se parecía demasiado a una masturbación.
    
    -¡Basta! –dijo de pronto su reeducadora y entonces ella interrumpió de inmediato la tarea no sin advertir lo duro que estaba el clítoris.
    
    -Lavame la cabeza. –ordenó y Areana se aplicó de inmediato a tal cometido. Era sensual para ella enredar sus dedos en la cabellera de Amalia y percibir el sugerente aroma del champú. Cuando concluyó la tarea con la aplicación de la crema enjuague y el lavado final se sentía culpablemente excitada, mojadísima y rogando que a Amalia no se le ocurriera inspeccionarla. Pero eso no ocurrió y en cambio debió secarla largamente con el toallón, secarse a sí misma y luego regresar con ella al dormitorio, en cuatro patas, y escuchar a su reeducadora dirigirse por handy a Marisa:
    
    -Vení a buscarla.
    
    Poco después apareció la asistente que la condujo de regreso a la habitación de la cucha mientras Amalia hablaba por el handy con Milena:
    
    -¿Está todo en orden en la sala de ...
    ... castigos?
    
    -Sí, señora, todo listo para ser usado.
    
    -Perfecto, espérenme en el cuarto de la cucha que en diez minutos estoy ahí.
    
    -Sí, señora. -acordó Milena y de inmediato salió con Marisa hacia el lugar indicado. Areana estaba sentada en el piso, delante de la cucha, cuando las asistentes entraron. Intuitivamente se arrodilló, puso las manos en la espalda y agachó la cabeza.
    
    -Ah, mirá vos, Marisa, fijate cómo aprendió a comportarse la cachorra.
    
    -Sí, está mansita. Sabe lo que le conviene. –acotó la mujerona.
    
    Instantes después llegó Amalia, imponente con un vestido negro, corto, y botas por encima de las rodillas y de tacones altísimos.
    
    -Llevémosla. –ordenó.
    
    Melina tomó la cadena:
    
    -En cuatro patas, nena. Vamos.
    
    -¿Adónde… a… adónde me llevan? –se atrevió a preguntar Areana con el temor reflejado en su rostro.
    
    El resultado de su atrevimiento fue una bofetada que le pegó Marisa:
    
    -¡¿Desde cuándo podés ladrar sin permiso?! ¡Vamos! ¡En cuatro patas!
    
    Areana sintió que el golpe le había llenado los ojos de lágrimas y aunque con mucho miedo por no saber adónde la llevaban no osó desobedecer.
    
    Cuando salieron de la habitación doblaron a la derecha y entonces vio, con atemorizada sorpresa, que el departamento dejaba de ser una vivienda convencional para transformarse en algo sobrecogedor. Las paredes eran bloques de piedra gris y en el piso ya no había parquet sino tierra apisonada y la lóbrega iluminación era provista por algunas lamparitas que pendían del ...
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