1. La historia de Malena 14


    Fecha: 15/12/2019, Categorías: Incesto Autor: relator23, Fuente: CuentoRelatos

    ... MANTELES USADOS.
    
    Sin decir palabra, me tomó por la muñeca y me arrastró casi corriendo por un laberinto de pasillos que, allí cerca conducían a las cocinas, por ellas pasamos ante la mirada atónita y burlona de cocineros y ayudantes, salimos a una especie de dependencias de servicio y sin pensarlo mucho abrió la primera puerta que tuvo a mano, por ella entramos, estaba a obscuras, buscó a tientas el interruptor, encendió la luz y aseguró la cerradura. Estaba lleno de muchos manteles dispuestos en forma de montículos, muchos manteles y servilletas de tela.
    
    Ese sería nuestro tálamo.
    
    Había premura y nervios. Había deseo, locura y urgencia. Debía quitarme el vestido, no había alternativa pues por lo apretado que me quedaba podría desgarrarse. Fue una maniobra difícil y cuidadosa, pero la complacencia que sentí al ver su expresión asombrada, sorprendida y de entusiasmado deleite al verme en cueros -la cara de sátiro que puso al verme desnudita- compensaba cualquier esfuerzo que hubiera hecho para quedar en pelotas. Él, para no quedarse atrás, trató de desvestirse por completo pero yo se lo impedí: no había tiempo.
    
    Sobre una de las montañuelas de manteles me dejé caer de espaldas y abrí mis muslos para recibirlo. Su aparato era bello como él, no podría ser de otra manera. A pesar de mi oposición para que me hiciera eso -había estado toda la tarde sudando y orinando sin tiempo de lavarme bien- me besó y lamió profundamente mi húmeda vagina haciendo que se volviera a ...
    ... encender mi hoguera.
    
    Lamio mis senos cuyos pezones respondían proporcionándome ramalazos de electricidad que recalaban en mi clítoris que manipulaban sus dedos hábiles.
    
    Le grité que me cogiera, que me atravesara ya, que no había tiempo. Él no me hizo caso dispuesto a disfrutareso que se le estaba ofreciendo y que era un bocado digno de un cardenal.
    
    Cuando ya me tenía loca de desesperación, de deseo, de rabia y de miedo, mientras besaba mi boca y bebía mi nuca con sus labios, comenzó a atravesarme poco a poco.
    
    Yo me abrí poco para sentirlo más, mi estado aterrado me abandonaba merced a su boca sabia que parecía arrancarme el temor a ser descubiertos y me lo cambiaba por un erotismo lleno de sensaciones que pinchaban cada centímetro de mi piel. El temor se me fue por completo cuando lo sentí todo adentro y el aroma de su cuerpo impregnando al mío.
    
    Me sentía como el condenado que saborea su última exquisitez, lo que pasara luego que lo resolviera el destino.
    
    Me dejé llevar por el orgasmo tembloroso que salía de la parte interna de mis muslos.
    
    Él me hablaba, me alababa, me excitaba con sus palabras -yo que soy siempre la que hablo me quedé callada… oyéndolo- me decía lo bonita que era, y yo acabando; me decía lo bello que tenía el cuerpo, y yo acabando; me metía el dedo por detrás y me explicaba lo mucho que había deseado hacerlo hacía siglos, y yo acabando; hasta que el comenzó a acabar también, y yo a gritar, también, que no me acabara adentro. En vano. La ...
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