1. La historia de Malena 14


    Fecha: 15/12/2019, Categorías: Incesto Autor: relator23, Fuente: CuentoRelatos

    ... zapatos? Me preguntó él ya más relajado… pero aún dudoso.
    
    Faltaba la estocada final:
    
    -Para que veas. Tengo aquí tantos enemigos -y tú también, o más bien, yo los tengo porque saben que te pertenezco- que me escondieron mis zapatos en una de esas que me los quité para descansar un poco los pies, por lo agotada que estoy ¡Pero claro! Al señor celoso, que esté cansada o no, dije volviendo a elevar la voz, no parece importarte, porque a él lo que le interesa es que nadie miresu propiedad. Si eso es lo que quieres, entonces no te separes de mí. Porque me tienes abandonada todo el tiempo…
    
    -Está bien, no te pongas brava, vamos a olvidarnos de todo. Son vainas de los celos, por lo hermosa que estás. Vámonos de aquí. No busques los zapatos, así me gusta más porque tú sabes cómo me excitan tus pies. Mañana salimos de compras, porque ahora quiero que vayamos a reconciliarnos… ¿Quieres?
    
    Le respondí con un beso tan grande que casi me lo trago. Había que empezar otra vez.
    
    Un buen polvo ya gozado, el antojito de Felipe ya saciado, otro polvazo en ciernes, y de los mejores… porque era con Leonardo y porque así es el sexo de reconciliación. ¡No está mal… no está mal! Y además, zapatos nuevos y de la mejor calidad: había que cuidar la mercancía que era ¡yo!
    
    Cuando salíamos,vi al coño e’ madre de Gonzalo, conversando con Felipe muerto de la risa por lo que éste le relataba.
    
    Con toda seguridad ya le había sacado hasta el más íntimo de mis secretos. -Ese Gonzalo es una rata. ...
    ... No sé porque nunca me la ha pedido: Voy a tener que preguntarle. ¡No, no, no! no le preguntaré nada, yo sé porque.
    
    CUARTO ACTO:
    
    FIN DE UN ROMANCE SICALÍPTICO.
    
    Ya de noche, Malena bajó de la camioneta de Leonardo frente a la puerta de su edificio. Él, no podía acompañarla hasta su apartamento para evitar malos encuentros con su suegra, que no lo quería ver ni en pintura, por ser casado.
    
    Ella, iba acomodándose lo mejor posible el corto vestido, iba medio borracha todavía, iba con el cabello revuelto, iba saciada de tanto sexo como había tenido e iba descalza, contrastando la elegancia de su minifalda negra, con las plantas de sus pies sucias y percudidas -a pesar de que en el motel se habían bañado- debido a los desplazamientos que se había visto obligada a realizar.
    
    Su catadura, le daba un aire de sensualidad concentrada. Exudaba un sensual aroma que inficionaba subliminalmente su entorno, mezcla de sexo, alcohol, sudor y ganas saciadas y por saciar.
    
    Tenía una expresión de sensualidad perversa y pervertida cuando tomó el ascensor hacia el séptimo piso donde habitaba. El ascensor iba vacío: ¡menos mal! Se dijo, pues el olor a alcohol fermentado, hubiera sido difícil de esconder delante de otras personas a menos que subiera todo el trayecto sin respirar. Se rio por esa imagen, hubiera llegado muerta, pensó, se olio su aliento desviándolo con su mano hacia su nariz: ¡Fuchi! Se dijo ¡olor a caña podrida!
    
    Cuando el ascensor abrió sus puertas automáticamente al ...
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