Capitulo 7
Fecha: 16/12/2019,
Categorías:
Dominación / BDSM
Gays
Sexo con Maduras
Autor: siervamadura, Fuente: xHamster
Pasé uno días bastante tranquilo, sin sobresaltos. Descansando y bien cuidada. Alguna mamada a mi Dueño y poco más.Una noche, después que mi Dueño cenara, me hizo ponerme un pantalón corto y sin calzoncillo y una camiseta. Me dijo que fuera a un quiosco que estaba cerca de allí, a cuatro manzanas. Era el único que a esas horas estaba abierto. Dijo le comprara una determinada revista de sm. Me hizo salir a la calle “No tardes”, me dijo. Era la primera vez, que salía solo a la calle y menos a esas horas, ya sería la una de la noche. El caso, es que me fui al quiosco. Caminé las cuatro manzanas y no lo ví. A mi derecha, había una calle estrecha y bastante oscura, pero a cierta distancia, se veían unas luces. Seguí hacia allí y vi que era el quiosco que buscaba. Dentro, había un hombre con un gran bigote y le pedí la revista que me habían encargado. Le pagué y me volví a casa. Al poco de andar por la calle estrecha y casi oscura, oí un coche que me adelantaba, pero frenó y me cortó el paso subiendo a la acera. Se abrió la puerta y salió un hombre bien vestido, que me decía “Párate, no te muevas” Era bastante grande y con una mano en el bolsillo, por lo que pensé que llevaba un arma. Me acojoné de inmediato incapaz de hacer algún movimiento.Me hablaba con voz fuerte “Que has hecho en el quiosco” le dije temblando que nada, sólo comprar una revista y se la mostré. “ la has cogido y encima te has llevado la cartera del quiosquero, date la vuelta y separa las piernas”. Obedecí ...
... temblando. Me cacheó por completo por encima de la poca ropa que llevaba. “Seguro que la has tirado. Dónde?” Le volví a decir que estaba equivocado. Me dio un empujón y me dijo que pusiera las manos a la espalda. Sacó unas esposas, y me las colocó. Me hizo entrar en la parte trasera del coche y en la penumbra, ví que había sentado otro hombre. Reconocí el bigote del quiosquero, no entendía nada. Dije que yo no le había robado nada. Que se lo dijera al hombre ese. No dijo nada, pero sacó algo del bolsillo y me puso a la fuerza una capucha negra, con la advertencia que no me moviera ni hablara. El coche arrancó, yo estaba muy nervioso y asustado. Pensé escapar del coche y salir corriendo buscando la protección de mi Dueño. Arrancó el coche, no podía ver por donde circulaba. Empecé a llorar pero no hicieron caso. Al cabo de diez o quince minutos, noté que frenaba. Me bajaron del coche de malas maneras, a empujones y cogiéndome de un brazo fuertemente, me pareció el del bigote.Creo que entramos en un edificio. Me hicieron caminar no sé dónde. Al fin oí una puerta abriéndose. Me empujaron y soltaron los brazos y me sacaron la capucha. Ví que estaba en una habitación de color blanco. Los dos que me habían secuestrado estaban delante de mí. No había ningún mueble, salvo una mesa arrimada a la pared y un tipo sentado comiéndose un bocadillo y con varias cervezas delante. Este, aunque sentado se notaba que era más bien, bajo, pero enormemente gordo y peludo. Sólo vestía un pantalón corto. ...