1. Casilda, una mujer morena e inexperta


    Fecha: 16/09/2017, Categorías: Transexuales Autor: Quique., Fuente: CuentoRelatos

    ... seguía sin contestar. Tenía la cabeza gacha, miraba para la hierba y seguía comiendo el bocadillo.
    
    -¡Cómo se nota que ya no piensas como las monjas! Ya no das de comer al hambriento
    
    Se hizo la sorda.
    
    -Tanta belleza para un cerdo que ni bellotas merece es un sacrilegio.
    
    Nada, no había manera de que me respondiera.
    
    -¿Te comió la lengua el viejo?
    
    Iba a hablar. ¡Por mis cojones que iba a habar! Tiré de ingenio.
    
    -Bueno, como eres sorda y no sientes, te voy a meter mano.
    
    Al acercarme a ella, sin mirarme, me dijo:
    
    -¡Ni se te ocurra!
    
    -No lo iba a hacer, mujer, era para escuchar tu voz.
    
    -Vete, Quique, por favor. No me comprometas
    
    -¿Quién se va a enterar de que hablaste conmigo?
    
    -Yo.
    
    -Ni que tuviera la peste.
    
    -Escuché cosas de ti, Quique, y eres malo.
    
    -No sabía que te gustaba poner el oído. ¿Qué oíste hablar de mí?
    
    -Que eres como la serpiente de la Biblia.
    
    -De serpiente, nada, en ese caso sería Adán, tú, Eva, tu chocho la manzana y la serpiente sería tú marido.
    
    -¿Ves cómo eres la serpiente? Una serpiente que habla de mi sexo como si fuese una manzana que se puede comer.
    
    -No es que se pueda comer, es que se come.
    
    -Ya no me cabe duda de que eres la serpiente, o lo que es lo mismo, el diablo.
    
    -¡Qué el diablo es él, coño! A tu marido había que darle un baño de hostias y dejarlo fino. Debes ser la única mujer en el mundo civilizado que no puede hablar con sus vecinos.
    
    -Cada ser humano lleva su cruz... Te doy la mitad del ...
    ... bocadillo si te vas y me dejas en paz.
    
    -No quiero tu bocadillo. Me voy, pero antes de irme te diré que todo lo que te pasa te está bien empleado. ¡Hay que tener genio, carallo! Si no se tiene genio cagan por uno.
    
    -No digas pecados, por favor.
    
    Cagándola, me la empecé a ganar.
    
    -Perdona, pero insisto. ¡Hay que tener genio, pene! Si no hacen caca por uno.
    
    Jamás había oído una carcajada tan espontanea. Casilda, se reía con ganas. Levantó la cabeza y me miró. Su mirada era como la de Lady Di, no levantaba la cabeza para mirar, era una mirada tímida. Casilda, de cerca era preciosa, con sus labios carnosos, su caída de ojos… con su todo. Me dijo:
    
    -No recuerdo haberme reído así en mi vida. En el fondo eres como un niño travieso.
    
    -¿Me das ahora un trozo de tu bocadillo?
    
    -Si me das tú uno de esos conejitos.
    
    La ocasión, me la pintó peluda.
    
    -Te doy conejo por conejo.
    
    -¿Es qué ves algún conejo por aquí?
    
    -Aún no, pero me gustaría cocinarlo y comerlo.
    
    Casilda, posó el bocadillo en el mantel, cerró los ojos y dijo:
    
    -Conejo de monte, con su salsita... -pasó la lengua por los labios. ¡Qué rico!
    
    -Sí, calentarlo bien hasta que eche jugo.
    
    -Se me está haciendo la boca agua, Quique.
    
    -Y a mí. Deber saber a gloria ese conejito que tienes entre las piernas.
    
    Casilda, abrió los ojos, se persignó, y me dijo:
    
    -Jesús, Jesús, Jesús. Tienes fijación con eso de comer... eso.
    
    -Chochos, sí, me gusta comer chochos, y cuanto más peludos, mejor que mejor, ...
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