1. Casilda, una mujer morena e inexperta


    Fecha: 16/09/2017, Categorías: Transexuales Autor: Quique., Fuente: CuentoRelatos

    ... polvo entre las tetas. ¿Tú también crees que sólo se debe follar para tener hijos?
    
    -Hasta hoy pensaba que sí.
    
    -¿Sólo follaste dos veces con tu marido?
    
    -No me acosté con mi marido sólo dos veces. Una mujer no queda encinta la primera vez que se acuesta con un hombre, o puede que sí, pero hasta que se le retira la menstruación no sabe si está embarazada.
    
    -Si llevas más de dos años sin follar y no te masturbas debes tener unas reservas de jugo excelentes.
    
    -No te diría yo que no.
    
    -¿Quieres correrte?
    
    Se echó para un lado.
    
    -¿Qué me quieres preguntar ahora?
    
    Le llevé su mano derecha a mi polla empalmada, y le pregunté:
    
    -¿Quieres echar un polvo de verdad?
    
    Retiró su mano del bulto, y me dijo:
    
    -Si echase un polvo contigo me convertiría en una adúltera.
    
    Le quité la goma del pelo, su cabello cayó como una catarata sobre sus hombros. La besé sin lengua. Me miró y echó la cabeza hacia atrás. Le di otro pico y volvió a echar la cabeza hacia atrás. Nos quedamos mirando. Esta vez fue ella la que me besó. Le metí la lengua en la boca. Rodeó mi cuello con sus brazos, y se echó hacia atrás sobre la hierba llevándome con ella. Le pregunté:
    
    -¿Ya estás preparada para que te haga mía?
    
    -Mi cabeza me dice que no debo entregarme a ti, pero mi sexo, empapadito y latiendo, me dice que sí. Soy una mujer y dos años sin tener un pene entre las piernas son muchos años.
    
    -Son. ¿Quieres que te lleve al cielo del gozo?
    
    Su mano se metió dentro de mis Lois, cogió ...
    ... mi verga mojada, y con voz aterciopelada, me dijo:
    
    -Sí, Quique, llévame al cielo del gozo.
    
    Tenía que asegurarme de que no nos iban a descubrir. Le dije a mi perro:
    
    -Vigila, León, y si viene alguien, avisa.
    
    El animal, fiel como él solo, se puso a hacer guardia.
    
    Casilda se volvió a incorporar. Le abrí la cremallera trasera de su vestido azul. Se lo quitó y se volvió a echar hacia atrás en la hierba. Su piel era blanca como la leche. Al ver la humedad en sus bragas blancas, de la que salían pelos negros por arriba y por los lados, me aceleré sin poder evitarlo. Me puse en pelotas, después le quité el sujetador. Unas tetas grandes, esponjosas, con grandes areolas negras y gordos pezones quedaron al descubierto. Las magreé con las dos manos mientras se las chupaba, lamía y mamaba. Casilda, gimiendo, metía sus dedos entre mis cabellos y acariciaba mi cabeza. Bajé besando y lamiendo su vientre. Le quité las bragas. El bosque era encantador. Saqué la verga y le metí la puntita del cabezón dentro de su vagina. Su coño abriéndose y cerrándose, le dio pequeñas mamaditas. Fue demasiada excitación. Sentí que me corría, la quité y derramé sobre la hierba. Nada más acabar, metí mi cabeza entre sus piernas. La cogí por la cintura. Le pasé repetidas veces la lengua desde el ojete a clítoris metiendo mi lengua donde había estado mi polla. Casilda, exclamó:
    
    -¡Me siento viva!
    
    Mi lengua, cubierta de jugo, lamió su coño con avidez. Mis manos dejaron sus caderas y magrearon sus ...
«12...5678»