1. Tatiana Cap II: Juegos Lujuriosos


    Fecha: 16/09/2017, Categorías: Sexo con Maduras Autor: dantestr, Fuente: RelatosEróticos

    ... ejecutiva, más exquisita que nunca. Estaban solos en su oficina y él sabía que disponía de quince minutos para hacer lo que quisiera con ella; le gustara a ella o no. Pero aún quedaba un detalle que aclarar: el maldito papel sobre la mesa: la restricción. Benito recogió el papel y lo leyó.
    
    ―Sin contacto―dijo en voz alta, evidentemente desilusionado. Así como él había ganado el premio gordo con el regalo, ella había tenido la suerte de obtener una de las limitaciones más útiles.
    
    ―Bueno, ya lo sabe señor decano. Puede pedirme que le lea un cuento, que le tome un dictado o que ordene su desorden―se burló Vicky señalando el lote de carpetas sobre el escritorio―. Pero no puede tocarme.
    
    ―Bien pensado―admitió Benito―. Viniste a mi oficina para dejarme aún con menos posibilidades de aprovechar mis quince minutos.
    
    ―Las reglas dicen que no te puedo entregar tu regalo en la calle. Pero, la verdad, creo que este es un lugar todavía más conveniente para mí―opinó la ejecutiva. Se había parado y hablaba mientras recorría la oficina con autoridad, convencida que tenía todas las de ganar―. En un lugar público te arriesgas a llamar la atención, convertirte en un espectáculo curioso o ...
    ... pervertido para algún extraño. Pero aquí, don Benito―se volvió a mirarlo―, comprometes tu reputación, tu puesto… tu trabajo―terminó remarcando la última palabra.
    
    ―¿Cuándo lo supiste?―preguntó Benito.
    
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    ―Las primeras reuniones fueron amenas ¿sabes? Todos parecían muy agradables y los juegos, aunque algo extraños, me entretenían. Fue la noche que empezaron con los cambios de parejas de baile que me di cuenta en que nos estábamos metiendo. Tu hermanito me agarró la cola cuando pusieron un lento de Chayanne―recordó extrañamente divertida―. Le pedí a Samuel que dejáramos de ir. No anduvo con rodeos. Me dijo que si no seguíamos yendo e integrándonos su empresa quebraría y muy posiblemente perderíamos la casa y tendríamos que cambiar a los niños a una escuela pública―siguió más seria―. Pero no creas que le creí que esa era la única razón; yo sé que disfruta jugando con ustedes, tropa de pervertidos.
    
    Benito la escuchó atentamente, intrigado. Su historia, desde cierta perspectiva, sonaba bastante dramática; sin embargo, su tono y la forma en que se desahogaba no eran las de una víctima sometida a los devenires del destino.
    
    CONTINUARÁ… 
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