1. Riberas del Donetz


    Fecha: 06/01/2020, Categorías: Incesto Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos

    ... soviética del Donetz. Luego, apareció una cuarta fusilera, escurridiza como una anguila, que planteó una estrategia semejante a la del sargento alemán en una pugna mortal por eliminarse el uno a la otra, la otra al uno. Se buscaron mutuamente empleando las mismas técnicas, las mismas triquiñuelas, buscando sorprender al adversario y mandarle al “Otro Barrio” del mismo disparo en la frente, entre ambos ojos, aunque algo por encima de ese centro y sobre el punto justo del rostro donde la nariz se origina. El típico objetivo de todo tirador escogido, cuanto más de un experto francotirador, pues de sobra sabe que nunca debe hacer más de un disparo por víctima, un disparo que debe acabar, al instante, con la vida del adversario, hacerle la “foto instantánea”, como en su jerga suelen decir, pues un segundo disparo desde el mismo sitio nunca debe hacerse so pena de delatarse al enemigo; ello significa que tras cada disparo hay que bien de inmediato abandonar el lugar, bien mantenerse en silencio.
    
    Y en aquel juego infernal admiró a la mujer. Admiró su destreza, su entereza… En suma, su perfección de combatiente solitario, su perfección como espléndido contrincante, si no al propio nivel de él mismo a nivel hasta superior.
    
    Y decidió suspender la confrontación, al menos por esa noche… Ya habría ocasión de volverse a encontrar y entonces, seguro, uno de ellos no sobreviviría. Esa tarde fue pues la siguiente oportunidad de enfrentamiento; no, de enfrentamiento no, sino de ...
    ... simple y llana eliminación de la “Hija del Diablo” sin que ni ella misma llegara a advertir su muerte… Peter Hesslich llegó a meter un proyectil en la recámara del arma y arquear el dedo en torno al gatillo, presionando suavemente sobre él hasta llevarlo a la posición de disparo: Una ligerísima presión más y el disparo habría restallado en la placidez de aquél atardecer teñido de rojo asemejando el vespertino incendio del sol junto con el firmamento entero. Pero el dedo de Peter Hesslich se detuvo en ese instante sin efectuar la postrer y letal presión sobre el gatillo. La admiración por aquella hembra mortal de nuevo le venció, con lo que hasta anuló el contacto del dedo con el gatillo, retirándolo del semi anillo que engarzaba el gatillo. Centró aún más, con más atención, si cabe, la mirada sobre aquél rostro que enmarcaba el retículo de la “Foto Instantánea”, y segundos después se sintió aterrado por su imprudencia, su indecisión al ir a disparar… Ella también le tenía en ese momento dentro del retículo de su arma… Sus miradas se habían cruzado en esos últimos segundos previos al “envío” de la “Foto” y un escalofrío corrió por su médula espinal, sabedor de que esos momentos serían los últimos de su vida…
    
    Porque, efectivamente, Stella Antonovna Korolensko esa tarde había tomado posición en el islote que también podría definirse como península que se adentra en la corriente del Donetz pues el espacio de varias decenas de metros que le separa de la tierra firme de la orilla ...
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