1. Riberas del Donetz


    Fecha: 06/01/2020, Categorías: Incesto Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos

    ... oriental es en realidad una especie de promontorio cuya superficie superior dista no demasiados centímetro de la superficie líquida del río, por lo que es posible pasar de la firmeza terrestre de la orilla hasta el islote-península a pie enjuto, sin tener que sumergir en el líquido elemento más que una exigua parte de las botas, desde la suela hasta, como mucho, poco más de la puntera.
    
    Allí Stella se hizo un abrigo de tirador zapando arena al estilo que los anátidos lo hacen para construirse sus nidos, sacando arena con los codos procurando hundir así el cuerpo en la masa arenosa. Luego empuñó firmemente el fusil con teleobjetivo y a través del visor empezó a escudriñar minuciosamente la orilla alemana en la esperanza de sorprender algún bañista o soldado germano soleándose en la playa arenosa de la orilla.
    
    En esas estaba cuando divisó al sargento “nemetsky”, al tiempo de ser consciente de que él no sólo la tenía a ella divisada, sino dentro del retículo de su arma además. El mismo pavor que asaltó entonces al sargento Peter Hesslich también asaltó a la sargento soviética Stella Antonovna. Su primer impulso fue abrir fuego contra el enemigo, al tiempo que intentaba fundirse más y más en el pequeño hoyo de tirador excavado en el suelo arenoso, pero el propio instinto de conservación contuvo el pronto homicida. El disparo de su Tokarev STV-40 habría sido inútil a esa distancia, trescientos cincuenta-cuatrocientos metros, pues el “objetivo” no estaba al pie mismo de la ...
    ... orilla sino cien, ciento y pico metros más atrás y el alcance efectivo del Tokarev apenas alcanzaba los trescientos metros, no como el Moisin-Nagan que podía ser efectivo a seiscientos-setecientos metros, como el arma que seguro emplearía el “nemetsky”, el alemán, un Máuser K98K (K=Kurz=Corto por el cañón más corto que el generalizado entre la tropa). Luego, de disparar, milagroso que acertara, en tanto el disparo podría acarrear la respuesta del enemigo que no fallaría. A Stella no le importa morir por la Patria; de verdad que no le importaba su personal sacrificio si así ayudaba a la liberación patria, pero una muerte inútil y tonta que no beneficie en nada a la Patria o al Ejército Rojo en su Sagrada Guerra Patria sólo beneficiaría al enemigo, al “Demonio del Gorro Gris”, que segura estaba de tener entonces delante, como hace tres noches le tuvo ante sí en aquél duelo entre “Cazadores” que por finales acabara en “tablas”. Luego se abstuvo de disparar. Eso no significara que se abstuviera de pensar, pues estaba desconcertada ante la increíble actitud de aquel hombre. No podía entender, menos aún explicarse, el por qué no disparó sobre ella. Aquello, para ella, no tenía sentido… Pero… ¡Bienvenida seas, oh “Fortuna”!... Volvió a enfocar al alemán por el retículo del visor, y le observó con curiosidad. El rostro atezado del hombre más bien parecía agradable, con aquella medio sonrisa que le dedicaba; también él la observaba a ella por el mismo visor de su arma. Ese rostro no ...
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