1. Tatiana Cap I. Juegos lujuriosos


    Fecha: 07/01/2020, Categorías: Sexo con Maduras Autor: dantestr, Fuente: RelatosEróticos

    ... problema están íntimamente vinculadas a su relajación, e incluso a su satisfacción erótica—. Y siguió improvisando embustes de esa índole, para insinuar claramente a dónde quería llegar. Cuando vio que la joven se ruborizaba aún más y clavaba sus ojos avergonzados en el suelo, supo que Marta había dado en el clavo, y se aprestó a rematar la faena—. Por lo tanto, no te avergüences, Tati. Disfruta y desahógate. La mejor forma de relajar las glándulas mamarias es convertir el dolor en placer—. Le alzó suavemente el rostro para encontrar su mirada—. Gime, grita, déjalo salir. Esto no tiene por qué ser una tortura, ¿no te parece?
    
    ―Pero… ¿qué diría Pedro…? —preguntó la ingenua muchacha, con voz apenas audible.
    
    ―Él querría lo mejor para ti —intervino Marta, con una sonrisa bonachona—. Además… estamos solos, y comprometidos a guardar el secreto. No hay nada que temer, querida.
    
    ―Pero me da pena por usted, señora Marta…―siguió angustiada la joven.
    
    ―No te aflijas por eso. Estamos aquí para ayudarte, y lo más importante es que te mejores.
    
    ―Gracias, señora Marta… Es usted una santa ―dijo Tatiana, con una tímida sonrisa.
    
    Benito no recordaba haberse sentido nunca más enamorado de su mujer.
    
    MARTA
    
    Los gemidos de la rubia cuando Benito había empezado a lamerle las tetas habían hecho sospechar a Marta. Y cuando vio el salto de Tatiana y la nerviosa rehuida de su mirada, su sospecha se confirmó. ¡Estaba excitada! ¿Quién lo habría dicho? A la muy recatada princesa le ...
    ... estaba gustando lo que le hacía el veterano decano. Marta conocía las habilidades de su marido, pero aun así la sorprendió constatar que la magistral chupada de tetas había calentado a la beldad que tenían por vecina.
    
    La morbosa excitación de Marta ponía a prueba a cada momento su autocontrol. Reconocía que Benito había dado en el clavo al inventar que había seguido ese curso paramédico, pues había logrado que la ingenua Tati se pusiera confiadamente a su disposición. Y después la tontita se había puesto esas calzas de infarto y unas chalas de taco alto que la hacían lucir como una estrella Playboy. Y ni hablar de cuando se había dejado sacar la blusa y había quedado desnuda de la cintura para arriba.
    
    Pero por muy avispado que fuera su marido, Marta había tenido que intervenir para hacerle ver lo evidente: la muchacha estaba sexualmente reprimida, y había que inducirla a liberarse. Benito había captado de inmediato su insinuación, y dado un paso que prometía mayores avances en esa prodigiosa experiencia.
    
    Marta consideraba a Pedro muy guapo, y envidiaba a Tatiana por haberse casado con un príncipe azul de ese calibre. Precisamente eso incentivaba el hambriento morbo que la quemaba. Estaba presenciando cómo la hermosa e ingenua esposa de Pedro se dejaba manosear y chupar por Benito, un hombre treinta años mayor que ella, y que podría ser su padre. Sin duda las circunstancias eran un condimento bastante sabroso: la ingenuidad de la rubia era carne fresca para el ingenio de ...
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