Las desventuras de Elena (4)
Fecha: 07/01/2020,
Categorías:
Intercambios
Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos
Al cabo de unos instantes Julia se sentó en la cama, agarró a Elena por los cabellos y le dijo:
-Lo hiciste muy bien, Elenita, te merecés un premio. –y la acostó de espaldas en la cama.
-Abrí las piernas que vas a ver cuánto puede hacerte gozar esta gorda fea y aburrida. –dijo mordiendo esas últimas palabras. Elena yacía con los ojos cerrados y una expresión tensa en su rostro. Julia la miró con odio y deseo al mismo tiempo. Era la hembra más hermosa y sensual que había visto en toda su vida. Las tetas, grandes y redondas, caían hacia los costados por su propio peso, y qué estrecha la cintura que por eso mismo acentuaba la amplia y armoniosa curva de las caderas. Y sobre las sábanas esas nalgas portentosas. Por un momento sintió el impulso de castigarla, de pegarle, de martirizarla en nombre de todos esos años de deseos insatisfechos, pero se contuvo. Ya habría tiempo para el castigo. Ahora su plan era muy otro y consistía en hacerla gozar a fondo y disfrutar de ese goce de la hembra cuyo contenido aunque perceptible desprecio la hiciera sufrir tanto en el pasado.
Con una sonrisa en los labios se inclinó entre los muslos de Elena y sus manos comenzaron a amasarle los pechos alternando suavidad y fuerza en dosis apropiadas que su experiencia lésbica le iba dictando. Miró a Elena y su sonrisa se amplió al comprobar que tenía la boca abierta y había empezado a respirar agitadamente, mientras exhalaba algunos gemidos. Apresó entonces ambos pezones entre sus ...
... dedos y en un santiamén los percibió duros, erectos.
Elena era un torbellino de sensaciones encontradas. "Me calienta... –se dijo- no puedo negarlo... me calienta con lo que me hace... la odio por haberme traído acá, por tenerme esclavizada, pero... pero ahora me calienta... ¡Dios mío!"
Julia actuaba despacio, regodeándose con el placer de acariciar tan hermosas y apetecibles tetas, y además, disfrutando de esas reacciones de Elena que delataban la excitación que estaba sintiendo. Llevó una mano a la concha de su víctima y comprobó lo que imaginaba: estaba mojadísima.
-Estás caliente, Elenita, jejeje...
-¡Síiiiiiiiiiiiii! –gritó la esclava sin pensar, presa de ese goce que la envolvía toda.
Julia entonces entreabrió los labios externos e introdujo dos dedos en el orificio mientras el pulgar presionaba el clítoris que rápidamente emergió de su capullo. Los dedos entraron hasta los nudillos y la yema del pulgar se aplicó a un movimiento en círculos que le arrancó a Elena un grito de placer:
-¡AAAAAHHHHH!...
Estaba por completo a merced de su cuerpo, de esas sensaciones voluptuosas en extremo que Julia le estaba provocando. Era incapaz de pensar y eso le produjo un profundo alivio que la llevó a entregarse por completo a su violadora.
Julia se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo con Elena y quitándole los dedos de la concha se acomodó hasta tener entre sus labios el clítoris de su esclava, que se arqueó como sacudida por una súbita corriente ...