1. Las desventuras de Elena (4)


    Fecha: 07/01/2020, Categorías: Intercambios Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    ... de... de mi vida anterior... –y aquí Elena se quebró en sollozos.
    
    -¡Dejate de lagrimitas si no querés que me ponga dura! –la apremió Julia tomándola del pelo y ante la amenaza Elena se recompuso con esfuerzo.
    
    -Soy carne de verga. –siguió la gorda.
    
    -Soy... soy carne... soy carne de verga... –articuló dificultosamente Elena.
    
    -Estoy a disposición de mi Ama y de todos aquellos a los que mi Ama quiera entregarme.
    
    -Estoy a... a disposición de mi Ama y de... de todos aquellos a los que... a los que mi Ama quiera entregarme...
    
    -Prometo obediencia ciega y sumisión absoluta a mi Ama Julia.
    
    Elena vaciló, pero finalmente dijo:
    
    -Prometo... prometo obediencia ciega y sumisión absoluta a mi Ama Julia...
    
    Julia le tomó la cara entre las manos, le enderezó la cabeza y dijo entusiasmada:
    
    -¡Muy bien, Elenita! ¡muy bien!... Ahora ya sabés quién sos, cuál es tu obligación y cómo vamos a usarte. Y andá sabiendo también que a la menor indisciplina te voy a poner en manos de Wanda.
    
    -¡No!... por favor... –rogó Elena mirándola angustiada.
    
    -Obediencia y sumisión o castigo, Elena.
    
    -Sí, Julia...
    
    Su Ama le dio una bofetada:
    
    -¡Ama Julia! –la corrigió.
    
    -Perdón, Ama... Ama Julia... –murmuró Elena con los ojos llenos de lágrimas.
    
    La gorda sonrió satisfecha, se vistió apresuradamente, volvió a ponerle el collar que la mantenía sujeta a la pared y tomando su bolso salió de la celda.
    
    -Hasta pronto, esclava Elena. –dijo a modo de despedida, y se encaminó ...
    ... hacia la habitación de Wanda.
    
    -¿Qué tal estuvo la cosa? –preguntó la guardiana después de servir café.
    
    -Diría que muy bien, mejor de lo que esperaba. –contestó Julia luego del primer sorbo. –Aún me resulta difícil creer que soy dueña de esa hembra a la que estuve deseando en silencio durante años.
    
    -Te entiendo, querida, porque es un bocado exquisito.
    
    -Efectivamente, y además te cuento que logré ponerla de cara a su verdadera esencia, a su condición de puta.
    
    -¡Qué bien! ¿Así que lo reconoce?
    
    -Sí, a partir de ahora creo que si la castigamos será sólo por el placer de hacerlo, porque estoy segura de que de aquí en más no se resistirá a nada de lo que se le haga, sexualmente hablando.
    
    -Oíme, Julia, esa hembra me calienta mucho... ¿puedo seguir usándola?
    
    -Sí, Wanda, claro que sí. –dijo Julia, y agregó: -Te había hablado de conocer a las otras esclavas. ¿Puede ser ahora?
    
    -Mmmhhh, veo que estás impaciente. Sí, no hay problemas.
    
    -Además quiero pedirte un favor, que me permitas darme una ducha. Se impone después de tener sexo, ¿verdad?, jejeje.
    
    -Pero por supuesto, querida. El baño está en el pasillo, a la derecha. Hay un juego de toallas sin usar. Yo mientras tanto voy preparando el ganado y te espero en el sector de celdas.
    
    Momentos después, tras haber gozado de una reparadora ducha, Julia llegaba al pasillo donde Wanda tenía ya alineadas a las seis esclavas, cada una ante la puerta de su celda. Julia las abarcó a todas de una mirada y apreció ...
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