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Una esclava inesperada II
Fecha: 10/01/2020, Categorías: Gays Autor: Cold_P, Fuente: CuentoRelatos
... voy a dar un fin de semana. —Si tú lo dices… – me alcé de hombros y comencé a marcar. Ga no se quedó quieta y comenzó a jugar con mi verga, que en ese momento estaba flácida, pero sus hábiles manos rápidamente hicieron que estuviera de nuevo erecta. Mientras yo pedía la comida ella me hacía nuevamente un excelente oral. Su lengua recorría cada centímetro de mi erecto miembro para después tragárselo hasta los huevos. Terminé de ordenar la comida, pero ella seguía. Yo estaba en la gloria y nuevamente me invadían aquellos sentimientos sádicos. Decidí inclinarme a ellos sin prejuicios. Así que la agarré de sus orejas y las estiré y le ordené: “abre la boca puta, que te la voy a coger”. Sonrió y abrió su boca lo suficiente y comencé a moverme yo y a moverla a ella. Se quejó por sus orejas, pero no hizo nada por quitarse mis manos de ahí. Comencé a aumentar el ritmo y ella de repente tosía porque se la metía hasta los huevos. Es muy rico hacer eso. Me di cuenta de que sus orejas estaban ya muy rojas por el tratamiento que le estaba dando, pero ni siquiera habían pasado cinco minutos. Temí por ella, pero me valía gorro. Ella quería ser lastimada y ahora lo iba a tener. Así que seguí con mi placer. Cada vez tosía más seguido y ya comenzaba a gemir por el dolor en sus orejas. A mí todavía me faltaba un rato más antes de venirme, pero quería lastimarla un poco más. Seguí como iba por unos cinco minutos más y la solté. Sin embargo, aunque la solté y dejé de moverme ella ...
... seguía mamando, aunque dejó de gemir. Le dije que parara porque la quería penetrar una vez más por el culo. No tardó ni dos segundos en levantarse y abrirme con sus propias manos su culo para mi capricho. Apoyé la cabeza de mi verga en la entrada de su ojete, escupí y cuando hubo entrado se la clavé de un jalón hasta los huevos. Debo de reconocer que me dolió un poco hacer eso, a pesar de que estaba un poco lubricado por su saliva, además, pues no tenía mucha experiencia en ese asunto del sexo anal, pero a ella pareció gustarle, lo que me impulso a seguir a pesar de que me había dolido. Esta vez comencé a cogerla de inmediato muy rápido. El ritmo era muy rápido, pero parecía gustarle y vaya que a mí también. De súbito le solté una buena nalgada mientras la cogía y a ella le sorprendió, pero al instante me gritó: “pégame otra vez” Así lo hice y me volvió a decir “pégame más” y volví a soltarle otra nalgada. “Más fuerte cabrón” Le solté una bastante fuerte. “¡más fuerte!”. La siguiente se la solté con todas las fuerzas que tenía y soltó un grito de dolor. Ese fue mi detonante para comenzar una lluvia de nalgadas sobre ese soberbio culo que ya comenzaba nuevamente a ponerse rojo, mientras ella gemía entre dolor y placer y me decía: así cabrón, deja tus manos marcadas en mí. Ahhh, así más fuerte, si métemelo más, más… ahhhhh ay wey, como me duele… si, pégame, hasta que se te canse la mano… au, asi, au… No pude más y me vine. No supe si ella se había venido o no, pero la ...