1. La tetona y la moneda


    Fecha: 12/01/2020, Categorías: Confesiones Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... el cambio suelto. Me había gustado la experiencia, los instantes previos a recibir el suave golpe. Sentir un cuerpo caliente que invade tu intimidad sin poder hacer nada al respecto. El estar con los ojos vendados ante un desconocido. Me excitaba. Sentía la humedad que llegaba a mi tenue tanga y los pezones me quemaban en los pechos.
    
    Volvió a lanzar otra moneda. Esta quedó atrapada en mi sujetador, cerca del pezón derecho. Debía ser una moneda pequeña, tal vez de a cinco céntimos. No dije nada más y esperé. Llegó otra que cayó del otro lado, rozando mi pezón izquierdo. Estaba cachonda perdida. Me sentía como las strippers que se dejan meter los billetes en el escote, con la exposición del que no puede defenderse. Mis manos no se movían de mi espalda, mis ojos no veían nada pero mi cabeza imaginaba demasiado. Las monedas estaban calientes, tanto como yo. Podía sentir la primera en mi cintura, las otras dos en los pechos.
    
    Llegaron más monedas. El golpe contra mi pecho me recordaba la sensación del embestir del miembro del hombre cuando taladra tu interior. Cada golpe de moneda era un embate en una penetración prolongada. Mis labios se abrían de placer al sentir las monedas por todo mi sujetador rozando mis pechos por todas partes.
    
    Ya habían entrado más de media docena, debían quedar pocas. No me preocupé de contarlas ni de preguntar cuándo terminaría una experiencia tan libidinosa y sensual. Sentía que las últimas monedas llegaban como con menos recorrido. Pensé que ...
    ... tal vez el director se había recostado de nuevo sobre la mesa. No oí nada porque todos los nervios de mi cuerpo estaban en mis pechos y en mi coño, entreabierto como mis piernas abiertas por las monedas de a euro que ocultaban mis tacones. Mis manos atrás, mis ojos cerrados aún a pesar de la venda. Sabía que el director estaba muy cerca de mi y que observaba con descaro mis pechos desde un plano privilegiado, pero eso lejos de molestarme me excitaba aún más. Mis pechos estaban como una roca, las monedas seguían fluyendo.
    
    No se cuando empecé a gemir. Lo hice suavemente, eran pequeños sonidos cuando sentía un objeto que buscaba su sitio en mi pechera. Me sentía sucia con tanto dinero encima y al mismo tiempo tan poco. Era como una fulana barata a la que se le paga con suelto.
    
    En algún momento sentí la respiración del director a escasos centímetros de mi boca. Fue instintivo, acerqué mis labios. Él debió retirarlos un poco. Le busqué con mi boca y encontré otra cosa más caliente. Era su polla ahí al lado. Me la introduje en la boca como pude. Estaba tan caliente que me quemaba. Se la chupé tan bien como pude. Tragaba su salado miembro con un hambre tremenda. Sentía como entraba todo su polla hasta el fondo de mi garganta, no podía evitar expulsar grandes chorros de saliva que me ayudaban a lubricarla mejor. Paraba un poco y me introducía sus testículos, los masajeaba con mi lengua y mis manos. Me la volvía a introducir entera, hasta el límite de mi garganta, tragando y ...
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