1. El juego de Julen


    Fecha: 23/01/2020, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Safo_Nita, Fuente: CuentoRelatos

    ... perversos cargados de un erotismo que consideraba inocuo.
    
    Pasada la media tarde el calor se hizo más pesado y sofocante. Afuera no se movía ni una brizna; todo era quietud y pesadez. Al sur se acumulaban grandes nubes, como hongos, que anunciaban la llegada de una tormenta. Las veía crecer desde la ventana de mi cuarto.
    
    La enfermera, Berta, apareció en su ridículo turismo; no podía explicarme cómo era capaz de meterse dentro. Una chispa de malicia asomó en mis ojos. Se me ocurrió bajar al primer piso para espiarlos. Si no podía verlos, al menos podría escuchar lo que decían. Y conociendo a mi tío, sabía que no me decepcionaría. Sería mi pequeña venganza.
    
    Esperé una media hora, inquieta y ansiosa, antes de bajar. Al avanzar por el pasillo me di cuenta que tenía unas ganas acuciantes de orinar. ¡Qué oportuno! Me mordí el labio de rabia, pero decidí seguir adelante. Me sorprendió encontrar la puerta arrimada; normalmente mi tío la cerraba. Agradecí a la providencia mi suerte; pero en ningún momento llegué a sospechar que fuera premeditado.
    
    Por la rendija del marco, de casi media pulgada, divisaba buena parte de la habitación, que era bastante larga y espaciosa. Mi tío Julen estaba tumbado boca abajo sobre una camilla, desnudo. Berta, a su lado, me daba la espalda. Se había puesto una bata blanca, que le llegaba hasta las rodillas. En ese momento le estaba aplicando a mi tío un violento masaje sobre la espalda. Mi tío no decía nada, sólo dejaba escapar de vez en ...
    ... cuando un suspiro. Me quedé un poco decepcionada, pero decidí aguardar para ver qué ocurría.
    
    ―¡Listo! ―gritó Berta, unos minutos más tarde, dando una sonora palmada que supuse fue en la nalga de mi tío. Pues esa parte de su cuerpo no podía verla.
    
    Me asusté tanto que apunto estuve de apoyarme sobre la puerta. Faltó muy poco para que me delatase. Al menos el miedo hizo que desapareciera la presión en mi vientre. Me puse de rodillas para tener una posición más firme. Berta había dado la vuelta al frágil cuerpo de mi tío, que ahora estaba boca arriba. Lo veía de perfil, con una media sonrisa en el rostro.
    
    La enfermera se movió a un lado para masajear los pies de mi tío Julen. Al instante me llevé la mano a la boca. La sorpresa me dejó sin aire. El miembro de mi tío, sin estar erecto, descansaba hinchado sobre su vientre. La enfermera no pareció darle la mayor importancia; ni siquiera lo miraba. Al verla de medio lado, me di cuenta de que no llevaba sostén. Sus enormes senos, como sandías, se balanceaban con ostentación. Llegué a temer, y a desear, que se le rompiera uno de los botones delanteros, y se le saltaran hacia fuera.
    
    Mi tío hizo un leve gesto con la mano y Berta se acercó a él, pero por el lado de la ventada. Quedó enfrente a mí, unos tres metros a la izquierda. Por primera vez en mi vida la vi sonreír, aunque fue sólo un tímido esbozo en sus gruesos labios. Sacó un frasquito del bolsillo y se embadurnó las manos con un aceite oloroso; la fragancia no tardó en ...
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