1. De palos y astillas


    Fecha: 25/01/2020, Categorías: Incesto Autor: XAVIA, Fuente: CuentoRelatos

    ... llegamos a tomarnos la tercera. Tomé la mano de mi compañera cuando se disponía a rellenar las copas, acerqué mi cuerpo al suyo, mi boca a sus labios y nos fundimos. La besé con ganas. Ella me los devolvía con hambre. Como había sucedido en el coche, sus manos se movieron antes que las mías. Primero en mi muslo, mientras la otra me tomaba del cuello, pronto en mi paquete, que sobaba con decisión.
    
    Aquella noche confirmé lo apuntado en el coche. A Inés le gustaba más una polla que a un niño un caramelo. Le había quitado el vestido azul de una pieza dejándola en un conjunto de ropa interior del mismo color. Ella me había quitado la camisa, abierto el pantalón y me masajeaba el pene con maestría. Se apartó de mí, se arrodilló entre el sofá y la mesita que tuvo que empujar ligeramente, me quitó zapatos y calcetines y tiró del pantalón para dejarme también en ropa interior. Me mordió la polla por encima del bóxer, me lamió el ombligo, tiró de la tela hacia abajo y la engulló de nuevo. Alargué las manos para acariciarle los pechos. Ella misma se bajó los tirantes para facilitármelo sin dejar de trabajarme. Esta mujer tiene un don.
    
    Tuve que apartarla. Para o me correré. Puedes hacerlo en mi boca, no me importa, respondió lamiéndome el glande, el tronco, bajando a mis huevos. Te importará si te dejo a dos velas.
    
    La incorporé para que se posara a horcajadas sobre mí. Le chupé las tetas con ansia, mordiéndole los pezones lo que la hacía gemir sonoramente. La así de las ...
    ... nalgas, más duras aún que sus pechos, pero fue ella la que se encajó apartando el tanga, exhalando un profundo suspiro acompañado de qué ganas tenía. Se movía con suavidad, al ritmo que mis manos la mecían, besándome, mordiéndole los labios, chupándome los míos. Volví a sus senos, redondos y bien formados a pesar de haber dado a luz. Más adelante supe que nunca le había dado el pecho a su hija.
    
    De golpe aceleró. Su vagina buscaba una penetración más profunda, más eléctrica, que le arrancó intenso jadeos mientras me pedía que le chupara los pezones. Llegó al orgasmo. Corto pero placentero me confiaría después.
    
    Fue reduciendo la velocidad lo que me permitió aguantar un poco más. Llegó a quedar prácticamente quieta en un vaivén vertical imperceptible. Cómo lo necesitaba, susurró en mi oído, para despertar paulatinamente hasta que yo mismo marqué la velocidad y profundidad que me convenía.
    
    -No llevo condón. Tengo que sacártela.
    
    -No la saques. Córrete dentro, quiero sentirte.
    
    Debí preguntar si tomaba algo, si estaba limpia, sana. Ella a mí también, pero ninguno pensó en nada más que en su placer en ese momento. Me corrí, sintiendo sus músculos pélvicos masajearme todo el miembro, mientras Inés gemía y gemía. Por un momento pensé que llegaría de nuevo, pero no lo hizo. La verdad es que nunca se ha corrido dos veces, algo que he aprendido con el tiempo y me ha obligado a adaptar nuestros encuentros.
    
    Había sido muy placentero pero me había sabido a poco pues había sido ...
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