De palos y astillas
Fecha: 25/01/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: XAVIA, Fuente: CuentoRelatos
... breve. La sensación que me quedó fue haber pegado un polvo en vez de haber practicado sexo. Como si el primero fuera el típico encuentro rápido en un coche, un baño o en la playa, mientras lo segundo implicara juegos, tiempo y paciencia.
Practicamos sexo de madrugada. Me ofreció quedarme a dormir, algo típico pero agradable en el caso de Inés. Pusimos el despertador a las 7 pues yo debía pasar por casa para ducharme y cambiarme de ropa. Pero me desperté antes.
Para ser más exactos me despertaron labios expertos. Cuando abrí los ojos, su mirada me sonrió mientras chapurreaba buenos días con la boca llena. Bajó a mis huevos, volvió a mi tronco. Primero la agarré del cabello pero pronto cambié de opinión.
-Ven -le dije, -date la vuelta. Yo aún no te he probado.
Se acomodó sobre mí, invertida, para encajarnos en un 69. Lo había sentido la noche anterior, pero no visto. Inés llevaba el pubis completamente depilado. Me lo comí entero, aunque mis artes no son tan excelsas como las de mi hoy novia. Ella no dejaba de engullir jadeando, gimiendo, moviendo sus caderas para adherir sus labios a los míos. Le metí un dedo, lo que provocó que sus movimientos y sonidos aumentaran. Lamí, chupé, succioné, mientras mi lengua la recorría entera.
Noté su próximo orgasmo, lo sentí venir, así que me aventuré en un movimiento muy placentero en muchas mujeres. Teniendo el dedo índice penetrando su vagina, encajé el corazón en la entrada de su ano. El anillo cedió ante los primeros ...
... estertores de su orgasmo. Con los dos dedos dentro, uno en cada puerta, llegó a un clímax devastador, largo e intenso que provocó que llegara a morderme la polla.
-¡Qué bueno ha sido! –agradeció cuando se hubo recuperado. Seguía tumbada sobre mí en la misma posición, por lo que reanudó el trabajo en mi miembro. La detuve. Quiero follarte. Se hizo a un lado, pero se mantuvo a cuatro patas. Tan sólo giró la cabeza para pedirme, fóllame.
Me acomodé detrás, le separé las piernas hasta que su sexo quedó a la altura de mi miembro y entré. A diferencia de la noche anterior, ahora fui yo el que controló el ritmo de la follada. Aceleré, ralenticé, la penetré en círculos, percutí con ganas, según las necesidades de mis sentidos. Hasta que le di con todo sujetándola de las caderas para vaciarme de nuevo en su interior.
La invité a cenar el viernes y esta vez acabamos en mi casa. Repetimos el sexo largo y más placentero, esta vez tomando precauciones anticonceptivas, pues ya hacía más de una semana que había tenido la regla y no quisimos correr riesgos innecesarios.
***
La relación se fue asentando, viéndonos dos o tres veces por semana, librando siempre los jueves pues era tarde-noche de chicas. Solíamos acabar la fiesta en mi casa, pues en la suya casi siempre estaba su hija. También nos veíamos el fin de semana, incluyendo alguna excursión con noche fuera, pero dejar a su cría sola demasiado tiempo la incomodaba.
Este fue el patrón durante cuatro meses, aproximadamente, ...