1. Basilio y Horacio


    Fecha: 27/01/2020, Categorías: Sexo con Maduras Autor: janpaul, Fuente: CuentoRelatos

    Después de comer, ya eran las 4 de la tarde, me fui a dar un garbeo por la plaza para ver a mi viejo y oír el resultado de su búsqueda. Lo vi de lejos y había más gente y algún viejo. No quise llamar la atención y me senté en un banco a la otra parte de la plaza, no sin antes pasar cerca de donde estaba mi viejo, pero pasé como si no lo conociera, para que nadie sospechara nada. Me senté en un banco justo a la otra parte, pero como ya había visto mi camiseta sin mangas y el color rojo brillante, solo esperé hasta que se levantara.
    
    Al rato se levantó y se vino hacia donde estaba, yo me levanté y me fui despacio hacia donde tenía el coche. El viejo me siguió cuando llegó yo ya tenía la puerta abierta para que entrara en cuanto antes, luego entré yo. No había nadie en ese lugar y lo besé y me besó, de inmediato se le fue poniendo una especie de carpa en su pantalón, pero ya no me lo ocultaba.
    
    — ¿Quieres venir a follar a mi habitación del motel?
    
    — Sí, lo prefiero, es más escondido... tú ya sabes...
    
    — Ayer hablamos de muchas cosas y ni nos presentamos por el nombre, tenías mucho nervio; soy Santi...
    
    — Soy Basilio, de joven me llamaban, el Orejas, esos ya han muerto, para ti soy Basilio.
    
    — Pues no tienes tan grandes las orejas, ¿eso por qué?
    
    — Porque aquí en mi infancia había un maestro que nos castigaba poniéndonos orejas de burro y el día que me castigó a mí se burlaba y todo el día me estuvo llamando “Orejas”, porque me las puso para todo el día.
    
    — Y ...
    ... ¿por qué ese castigo tan ridículo y humillante?
    
    — Porque cuando él castigaba nos sacaba a los niños castigados de clase uno a uno para hacernos propuestas de dormir con él y aprovechaba para abusar de nosotros; a un niño no le entraba su polla y le rompió el culo desgarrando con las manos y una cuchilla, yo lo vi, después de follarlo, se lo curó y le dijo que no cagara en dos días por lo menos; entonces yo no me dejé follar nunca por él y cuando me castigaba sin motivos siempre era así de un día entero.
    
    — ¿Y vuestros padres no hicieron nada?
    
    — Por ese entonces los padres confiaban totalmente con el maestro, Por eso ayer lo disfruté mucho contigo, eres delicado y fino... y muy guapo y muy bueno...
    
    — Ya, ya, deja eso, si mi compañero no lo pasa bien cuando follamos, yo no lo paso bien; para mí cuando dos follan son una misma vida en dos cuerpos y tienen que hacer que se respeten, incluso que se amen; los dolores propios del sexo no se pueden evitar, pero esos cambian en placer, pero hacer daño no va conmigo, no me gusta... Pero, bueno, has venido porque tienes algo que decirme.
    
    — Sí, claro, son dos cosas.
    
    — ¿Dos?, ¿a qué te refieres?
    
    —Vengo para decirte lo de mi amigo Horacio, pero antes tengo una petición para ti.
    
    — Ahora he venido hasta aquí y quisiera que me follaras como solo tú sabes hacerlo; ayer me sentí querido, amado por ti, hoy quieres irte con otro, pero al menos hazme una despedida.
    
    — Basilio, lo que pides está concedido, arreglamos el plan ...
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