1. Me voy pal pueblo


    Fecha: 06/02/2020, Categorías: Confesiones Autor: pedrocascabel, Fuente: RelatosEróticos

    ... metálica muy grande y con varios espejos en las paredes reflejándola, Maruja es una reina y lleva razón, la polla me exige ya ponerme en funcionamiento. Se arrodilla y se apoya en el cabecero de la cama enseñándome su tentadora parte trasera. Me agarro a esas fuertes caderas y follo como un poseso en un coño caliente y mojado como una piscina. Me encanta el estruendoso chirriar de la cama. No duro un asalto, en muy pocos minutos echo casi todo lo que llevo dentro. ¡Qué sensación más estupenda!.
    
    "Ibas quemado, tío; ¡vaya vitalidad, qué lechada, qué corrida más grande!. A tu mujer la debes preñar sólo con mirarla. Descansa un poco que te voy a hacer todo lo que quieras. De aquí vas a salir relajado y tranquilo como nunca".
    
    La Maru se ganó los ciento setenta euros que me pidió por la mañana, más treinta de propina ("vuelve pronto por aquí, señorito de Madrid; contigo da gusto"). Una buena mamada corriéndome en su boca mientras le insultaba: "¡golfa, zorra, puta!"; unos fuertes y sonoros azotes en ese culo fantástico ("pega sólo con la mano, eh; con el cinturón nada de nada que eso sólo se lo permito a mi novio") antes de una paja cubana tremenda (nunca me habían hecho un pajote tan bueno con unas tetas tan grandes y duras) y un polvo largo, lento, tranquilo, a primera hora de la mañana, mientras a petición mía me insultaba, primero algo cortada y luego con ganas ("me da un poco de corte porque ésto lo piden poco por aquí: maricón, chupapollas, cerdo, hijoputa, ...
    ... …").
    
    Relajado sí salgo, la verdad sea dicha.
    
    Tengo que bajar a Huesca a ver al notario y a pasarme por el banco. Llueve durante todo el recorrido y cerca de la capital un todoterreno que me adelanta a demasiada velocidad en una curva hace un extraño y se sale de la calzada dándose un buen golpe con los quitamiedos. Me acerco a intentar ayudar en el momento en que por su propio pie y sin daño aparente salen del automóvil una mujer de poco más de treinta años y un jovencito.
    
    Los de Tráfico y la grúa aparecen rápidamente y certifican que el coche tiene para varios días de taller. La cara de desolación y contrariedad de la elegante señora me lleva a ofrecer llevarles donde necesiten. "Muchas gracias, mi familia tiene un chalet en la capital. Allí nos dirigíamos a pasar el fin de semana mi sobrino y yo".
    
    Camino de la casa me cuenta que se llama Carmen, esposa de un militar de alta graduación destinado en otra región y que su sobrino Félix acaba de volver de estudiar en el extranjero.
    
    El chalet es todo un palacete situado en la mejor zona residencial de la ciudad. Salen a recibirnos varios sirvientes y en pocos momentos me veo instalado en una cómoda habitación. Tras asearme y descansar unos minutos bajo las escaleras con destino al salón, en dónde arde un acogedor fuego de chimenea.
    
    Carmen se levanta del sofá y en ese momento me doy cuenta de su tremendo atractivo: elegante de movimientos, estatura mediana, delgada, morena con corta melena rizada, rasgos agradables, curvas ...
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