1. El síndrome del oso panda (5)


    Fecha: 07/02/2020, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Vero_y_Dany, Fuente: xHamster

    ... que yo hice. E incluso con la misma mujer —no pude evitar el sarcasmo—. Pero no es así como me siento. Esta vez no me parece una tragedia, y… —medité unos segundos mis siguientes palabras antes de expresarme en alta voz— casi me parece trivial, algo que, —lo hemos hablado algunas veces— debería ser natural si pudiéramos evadirnos de nuestros prejuicios. Lo importante para mí es que siempre sigamos amándonos como hasta ahora.Vero se tumbó sobre mí, y la sensación de su piel desnuda en contacto con la mía me hizo recuperar la erección en alguna medida. Me besó ardientemente.—Lo único que no soportaría es que cuando en el futuro tengas una nueva ocasión de ponerme los cuernos, me lo ocultes. Quiero que me lo cuentes, como has hecho hoy. Y ante todo y sobre todo, que aunque te folles a otras, me sigas queriendo únicamente a mí.—Oye, hay algo… has dicho que fuiste a casa de Germán y Helga a recoger una copia de las fotos. Quiero verlas.—¿De veras quieres? —preguntó con un dejo de extrañeza en la voz.Afirmé con la cabeza. Se bajó de la cama, y admiré su cuerpo desnudo mientras se dirigía al salón. La seguí. Encendió su portátil, y estuvo revolviendo entre un mar de carpetas, hasta abrir una. Las miniaturas me indicaron que era la correcta, aun antes de que ella las pusiera en modo presentación. Me cedió el asiento, quedándose a un lado.Una cosa fue su relato de cómo poco a poco fue desvelando partes de su cuerpo hasta aparecer gloriosamente desnuda, con el sexo expuesto en primer ...
    ... plano, y otra diferente verlo. Proyectaba una imagen que se me antojó aún más sensual que la de Helga mostrándome su feminidad en el sillón. Aparté la imagen mental de unos ojos masculinos contemplando aquel cuerpo a través del visor de su cámara, y disfruté de la visión.Vero se sentó sobre mis muslos, mientras yo volvía a iniciar la visualización.—¿No hay más? —pregunté cuando llegué a la última fotografía.—Esas son todas —afirmó. Luego cambió de tono—. Oye, ¿esto que estoy notando en mi cosita es…?Elevó ligeramente el trasero, y aferró mi pene, que efectivamente se había empinado hasta rozar su vulva. Se elevó aún más, y fue bajando lentamente, guiándole con la mano hasta quedar ensartada en él. Me aferré a sus pechos, y la besé en el cuello, lamiéndoselo a continuación.—Ven, vamos de nuevo a la cama —musité con voz ronca de deseo.Tampoco esta vez hubo preámbulos: me tendió los brazos, recibiéndome entre sus muslos muy separados, la penetré de inmediato, y no tardamos en conocer de nuevo el placer de otro clímax casi simultáneo.Satisfecha de nuevo, me empujó hasta que quedé tendido a su lado, y se abrazó a mi cuerpo.—Voy a tener que llamar a Helga de vez en cuando para que te entrene… Los resultados son espectaculares —sonrió con gesto de malicia.—Mmmmm, pero sin su marido, y cuando tú estés. Así el entrenamiento dará mejores resultados —sonreí de oreja a oreja.Me propinó un cachete juguetón en una nalga. Luego bostezó sonoramente y se acurrucó en mi pecho.—Estoy muerta de ...
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