1. El reencuentro - 2ª parte


    Fecha: 11/02/2020, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos

    ... gusto, Dani, hermanito, mi amor, mi bien!
    
    Aquello; verla así a ella, a Sandra, reventando de gusto, de placer a Daniel le henchía también de lo mismo; le enardecía hasta incendiarle el alma, de manera que se aplicaba más y más en hacer dichosa a su hermanita de su alma; al amor de su vida; a quién para él era la mujer definitiva, la única, la insustituible… La que, desde hacía diez años al menos, era la dueña y señora de él mismo
    
    Pero Sandra volvió a hablar, fuera de sí como estaba. Quería que su amor, su hombre; Daniel, su marido, su amadísimo hermano la regalara el oído, amén de desfogarse aún más ella misma
    
    ¿Te gusta cariño? ¿Te gusta, mi amor? ¿Te gusta cómo lo hago, cómo te lo hago?
    
    ¿Qué si me gusta, dices? Sandra, hermanita, amor mío, vida mía… ¡Eres increíble!... ¡No hay mujer, hembra, como tú en el mundo! ¡Eres única, mi amor! No me lo puedo creer; no puedo creer que tú, diosa sumum del amor, me quieras, que me ames… ¡Que seas mía!
    
    Sí hermanito, maridito mío; te amo, mi amor, cariño mío; te adoro, querido mío Y ¿sabes? me siento puta; muy, muy puta… Un verdadero putón… Para ti, alma mía; por ti y para ti… Para hacerte feliz, dichoso… Inmensamente feliz; inmensamente dichoso. Quiero ser tu puta mi amor; tu puta particular; tuya, sólo tuya. Para hacerte lo que tú quieras que te haga, para que me hagas lo que tú quieras hacerme… Para que tomes de mí lo que quieras… Lo que quieras, cuanto desees…
    
    Y Daniel, ante tal explosión de rendida entrega, no ...
    ... cabía en sí de dicha, de deseo… Pero también de orgullo de hombre, de macho humano competente en asuntos sexuales… Vamos, que si hasta entonces se había aplicado con toda dedicación a hacer dichosa a su hermana, a su mujer, a su hembra, a partir de entonces el ímpetu puesto en hacer que ella disfrutara fue supino, comparado con lo anterior.
    
    Pero claro, sucedió que a mayor disfrute de Sandra resultó ser muchísimo mayor disfrute propio, por lo que en no mucho sintió que el cénit del placer se le avecinaba a paso de gigante…
    
    Sandra, mi amor, creo… Creo que estoy por acabar… Que en nada voy a derramarme; a correrme
    
    ¡¡¡NO!!!... ¡No amor, no acabes; no te corras todavía! ¡Sigue, cariño; sigue mi amor! ¡Dame…sigue dándome…por favor cielo mío! ¡No; no me cortes! ¡Aguanta, macho mío! ¡Aguanta mi semental! ¡Sigue, amor, sigue! ¡Aguanta, cielo mío, aguanta! ¡Hazlo por mí; no…no me cortes!... ¡Por Dios, no me dejes tirada!...
    
    Y sucedió que, contra todo pronóstico. Daniel aguantó, y aguantó y aguantó, hasta que, aullando, clamando como loca, Sandra disfrutó del mayor orgasmo de su vida. Un pedazo de orgasmo inenarrable, pues no fue sólo uno sino una serie de ellos que fueron sucediéndose, prácticamente, sin solución de continuidad; es decir, en interminable sucesión de orgasmos y más orgasmos encadenados uno a otro, pues el primero no acababa de terminar cuando el siguiente ya estaba estallando en su vagina…
    
    Cómo logró Daniel tal milagro, pues más milagro que otra cosa fue ...