1. El reencuentro - 2ª parte


    Fecha: 11/02/2020, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos

    ... aquella increíble capacidad de aguante, pues a ver quién lo sabe; puede que se sintiera, y fuera entonces, una especie de superhombre, merced al enardecido orgullo de super macho humano que la explosión de femenina sexualidad de Sandra le indujera; puede que el rendido amor que a su hermana y mujer, a su hermana y hembra, le profesaba… O, también pudiera ser, una mezcla de ambas sensaciones aunadas en un solo empeño lo que produjera el milagro.
    
    En fin, que sea como fuere, lo cierto es que Sandra ni se sabe las veces que llegó, consecutivamente, al cénit del supremo placer sexual, y él, Daniel, pudo, por primera y única vez en su vida, disfrutar de dos eyaculaciones, si no encadenadas una a la otra, lo cual es casi materialmente imposible en el hombre, sí consecutivas en el tiempo mas separadas por minutos y minutos de empujar, empujar y más empujar, incansable, entre bufidos, bramidos, berridos y hasta rugidos de león.
    
    El final de tal maratón de sexualidad fue el que lógicamente puede esperarse: Que ambos dos, Sandra y Daniel, cayeron desplomados sobre la cama, él encima de ella, mas sin romper el íntimo contacto entre ellos. Eso sí, desjarretados, desmadejados, destrozados ambo; enteramente rotos, pero inmensamente felices a un tiempo los dos…
    
    Boqueando como peces fuera del agua, absolutamente necesitados sus pulmones de aire, pero al propio tiempo besándose; sin pasión ya, sólo, cariño pleno, entregado amor mutuo, acariciándose dulcemente. Poco a poco el ritmo de ...
    ... sus pulmones fue regulándose, como también el loco galopar de las pulsaciones de su respectivo corazón, lo que contribuyó a que una más que placentera relajación se adueñara de cada uno de ellos, con lo que, abrazados él a ella, ella a él, se sumieron en sueño los dos.
    
    Y puede decirse que esa fue la tónica que siguió a lo largo de, primero, el resto de aquella tarde y después de la noche, amarse, amarse y volverse a amar, intercalando cortos ratos de más somnolencia que sueño, que recargaban las “pilas” lo suficiente para volver, de nuevo al “tajo” de amarse y volverse a amar, hasta que ya, bajo espléndidos rayos solares, entre las ocho y las nueve de la mañana, por fin se rindieron al verdadero, profundo, sueño reparador.
    
    Desde entonces la vida en común de Sandra y Daniel discurrió por el mismo sendero iniciado en aquél su primer día de convivencia, siendo la integral entrega amorosa, reverdecida cada noche en el conyugal tálamo, la única seña de identidad de su convivencia. Así, a los antes escasos que sobrados diez meses de aquél su primer día definitivamente juntos, Sandra ofrendó a su querido hermano y marido el primer efectivo fruto de su conyugal amor, un Danielito, pues el bebé fue varón. Los años fueron pasando, y con el paso de los años el, aunque no legal, sí real y efectivo matrimonio que Daniel y Sandra formaron, se vió enriquecido con otros dos frutos del amor que les unía; dos niñas exactamente, la mayor, por decidido empeño de si padre, Daniel, y a pesar ...