1. Negocio de familia


    Fecha: 12/02/2020, Categorías: Transexuales Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... vistió sin ninguna prisa, y, tras sonreírme de nuevo y decirme lo mucho que le había gustado, se fue, prometiendo volver lo más pronto posible.
    
    Apenas cerró la puerta yo me fui al baño, me lavé, me aseguré que el condón estuviera lleno y lo tiré, me acomodé el pelo, me di otro toque de maquillaje, me arreglé otra vez lo mejor que pude frente al espejo y, tras tomar un poco de agua, bajé a la sala.
    
    Esperaba descansar un poco, pero no bien me había sentado cuando ya mamá me llevaba a otro hombre, uno que nunca había ido, al que de inmediato le sonreí y tomé de la mano, llevándomelo escaleras arriba.
    
    Había aprendido ya a comportarme, a hacer todo lo posible para que se sintieran cómodos, bien recibidos, incluso deseados, y les hacía plática, les bromeaba, me reía, e intentaba después complacerlos en la medida de lo posible en la cama.
    
    Este otro era algo tosco, brusco, tenía un olor muy fuerte, y me cojió sin demasiado cariño, como desquitándose de algo, y menos mal que la tenía chiquita, que si no me hubiera lastimado de verdad.
    
    Era ya tarde cuando volví a la sala, donde mi hermana también aguardaba, luego de atender como yo a un par de clientes.
    
    --¿Cómo vas? --me preguntó, arreglándome un mechón de cabello.
    
    --Bien, todo tranquilo, ¿y tú?
    
    --Igual, nada que lamentar ni celebrar.
    
    Hablamos un rato escuchando la música de fondo, hasta que otro tipo llegó y se fue con ella.
    
    Yo volví a la cocina, me comí unos tacos de papa fríos que hallé y me los comí a ...
    ... toda prisa, pues la verdad que tenía hambre.
    
    Comencé a pensar que quizá sí podría irme con Héctor al terminar, pero, una media hora más tarde, llegó uno más por atender, un muchachillo flaco, puede que apenas más grande que yo, al que ya había atendido algunos meses atrás.
    
    Contrario a su cuerpo magro, tenía una verga gruesa, cabezona, aunque no muy grande, que halló cierta resistencia de mi cola al entrar; cojimos a horcajadas, primero de frente, luego de espaldas, y acabamos en la alfombra, yo encima de él mientras con su mano me pajeaba.
    
    Supo chaquetearme tan bien y lo hizo con tanto tacto, que no pude evitar venirme, manchándole toda la mano con mi semen de hembra, lo que al parecer le encantó. Era raro que me viniera, a diferencia de las primeras veces, en que por el contrario era raro que no lo hiciera, pues la penetración era aún tan placentera que deslechaba sin tocarme.
    
    Últimamente se había vuelto tan monótono que la excitación no me daba para tanto, mi cola se había acostumbrado tanto a recibir verga que necesitaba en verdad alguien diestro o que me hiciera sentir muy bien para llegar a eyacular.
    
    Ahora sí estaba rendida, ya había tenido suficiente, pero mamá aún entró y me preguntó si aún podía atender a otro.
    
    --Ay, ma, como que ya no doy una.
    
    --¿Seguro? Mira que está guapo.
    
    --¿Sí?
    
    --Es el altote aquel, de ojos verdes.
    
    --¿Ya le dijiste que sí?
    
    --Le dije que le llamaba... ¿quieres?
    
    --Bueno... pues, llámale.
    
    --Okey... ¿te pusiste ...
«1...3456»