1. Negocio de familia


    Fecha: 12/02/2020, Categorías: Transexuales Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... la pomada?
    
    --Sí, sí, estoy bien, sólo estoy algo cansada.
    
    --Vale. Descansa un rato, y en cuanto llegue te hablo.
    
    La verdad que me gustaba, me gustaba mucho aquel tipo, de más de uno noventa, fuerte, barbón, pelo castaño, casado el tipo pero a mí qué, yo no lo obligaba a venir, y si su esposa no lo satisfacía no era mi problema. Era guapo de verdad, para nada como Héctor, grande pero más bien gordo, mofletudo, con esos cabellos parados que parecían de puercoespín... en fin.
    
    --Hola, linda, ¿cómo estás? --me preguntó apenas entrar, atento, sonriendo con sus lindos ojos verdes.
    
    --Muy bien, esperándote, ¿por qué no habías venido?
    
    --Trabajo, linda, trabajo, qué más quisiera... pero ahorita nos desquitamos.
    
    --Ji, ji, okey... ya te extrañaba.
    
    --¿En serio?
    
    --En serio, en serio --le dije, y subimos a mi cuarto.
    
    Y por supuesto que nos desquitamos, la verdad se me olvidó el sueño, el cansancio, ni me acordé de los otros tres tipos con los que había estado esa noche, ni de Héctor, y cojimos riquísimo, era tan grande, ...
    ... y tan fuerte, y olía tan bien, era tan salvaje y tan caballeroso al mismo tiempo, me la metía durísimo y con ternura, me besaba y me cargaba, me hacía suya y yo me le entregaba, gustosa, qué macho más hermoso, quién fuera su esposa, me encantaría que me preñara de verdad y tener veinte hijitos con él...
    
    Cojimos parados, sentados, me mamó los pechos y yo le mamé la verga, le pedí que me diera nuevamente por detrás, lo recibí dentro de mí una y otra vez, una y otra vez, hasta que al fin, casi al mismo tiempo, ambos deslechamos.
    
    Todavía tuvo la amabilidad de darme las gracias, me dio un besito en la boca y se comenzó a vestir.
    
    Ni modo, era cosa de un momento, y el momento pasó.
    
    Para cuando terminamos, ya mi hermana estaba dormida, escuché a mamá despedirse del hombre y luego cerrar la puerta con candado, tras asegurarse de que Héctor se había marchado.
    
    Sentí un poco de lástima por mi primo, que se dormiría otra vez solito en su cama, pero preferí mejor acostarme; el trabajo había sido duro, y había necesidad de descansar. 
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