1. Mi hija y el messenger: Cosas de familia (Parte 1)


    Fecha: 13/02/2020, Categorías: Gays Autor: Dark knight, Fuente: CuentoRelatos

    ... Cuando lo tocó, notó que no traía ropa interior y además estaba completamente húmeda. Con rudeza, metió su dedo dentro de ella y le arrancó un gemido que no supo si era de dolor o de placer. Probablemente ambos.
    
    - Don Pedro, pare por favor. No tarda en llegar mi marido…
    
    - No te preocupes, llega hasta dentro de 5 horas, no recuerdas?
    
    Patricia sintió el acre olor del hombre apretándose a su cuerpo mientras seguía penetrándola con su grueso dedo sin dar marcha atrás. Casi sin darse cuenta, se acopló al ritmo del anciano empujando su pelvis hacia adelante para facilitar la penetración. Sentía sus jugos escurrir por entre la mano del hombre y en algún punto se dejó llevar por ese sentimiento de placer prohibido, apenas dándose cuenta de que estaba siendo violada por el anciano.
    
    - Quítate el vestido. – Le ordenó Don Pedro, mientras la empujaba a la mesita que se hallaba al centro de la cocina. Como una autómata, la mujer se quitó el vestido por encima para evidenciar que debajo no traía ninguna otra prenda.
    
    - Qué ricas tetas tienes aquí, putita. – Dijo el anciano mientras las estrujaba con sus callosas manos. Patricia sintió el pinchazo de un dolor extraño mientras el hombre jugaba con sus tetas, era como un dolor dulce, casi placentero. Era el último empujón que le faltaba para desear a aquel hombre rudo y simple desprovisto de todo encanto, dentro de ella.
    
    - Agh, por favor. – Jadeó Patricia, ya sin convicción. – No me haga nada, no voy a decir nada si para ...
    ... ahora.
    
    - Ya no puedo parar, perrita. Mira como me tienes. - Don Pedro se bajó el pantalón y le dejó el pene erguido y duro justo frente a ella. Sin mediar palabra, la mujer se arrodilló y se fue tragando aquel pedazo de carne poco a poco, succionándolo y llenándolo de saliva. Tenía un sabor acre, sucio y sus vellos púbicos grises rozaban sus labios cada que lo engullía. Acarició la el glande con su lengua y le dio una leve mordida y cuando sintió el arqueo y la convulsión del hombre, paró por un momento. No quería que se derramara todo ese semen en su boca. Al menos no por ahora.
    
    - Ven perrita, recárgate en la mesa.
    
    Patricia obedeció dócilmente, presentando su vagina húmeda frente al hombre, quien ni tardo ni perezoso, se arrodilló frente a ella y le empezó a hacer un sexo oral, desordenado, caliente. Su lengua entraba y salía rozando los labios, el pubis, el clítoris, en una acometida salvaje. Cada que la lengua atinaba a tocar el clítoris, ella se estremecía, sintiendo que estaba hirviendo en su interior. Estaba cachondísima y necesitaba sentir ese pedazo de verga dentro de ella. Lo ansiaba. Era demasiado intenso el deseo.
    
    - Arghh, cógeme, por favor. – Dijo entre susurros.
    
    - Súbete a la mesa, entonces.
    
    Ella se subió a la mesa quedando a gatas con el coñito frente al hombre. Don Pedro se terminó de quitar la ropa y acomodando su verga frente a ella, la penetró dejando que la gruesa verga chocara contra el apetitoso coñito. Soltando un gruñido, se la siguió ...
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