1. Venganza de mujer (de la serie crónica de una infidelidad anunciada)


    Fecha: 15/02/2020, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Tothem, Fuente: CuentoRelatos

    ... irrevocable: la vería con otro y de esta manera sabría lo que es estar en su pellejo. Perplejo al principio, creyendo que era pura palabrería, me di cuenta de su convencimiento. En efecto, fijo un día, el cual sería el sábado por la noche, saldría y según ella “se comportaría como una promiscua” y para no despertar mucho la atención pensaba en un lugar apartado de la ciudad.
    
    Faltaban dos días, su actitud era altanera, caminaba majestuosa, holgada y alta; yo de mi parte me sentía perdido, yo no sabía de qué era capaz, tenía una segunda personalidad, parecía una mujer completa; estando Clara y Javi, los mellizos en su segundo año de universidad estábamos solos en casa hasta las vacaciones. Me contestaba con voz socarrona y con aires de suficiencia. En vísperas del acontecimiento —si puede decirse así— salió de compras, llegando con cara de satisfacción; a continuación y estando yo presente ya que me estaba afeitando, ella aprovecho para depilarse; me sorprendió que me pidiera una maquinilla de afeitar ya que se depilaba con cera, si bien tenía la intención de depilarse el coño sin ningún rubor delante de mía, cosa que en su vida había hecho. Semejante actitud me impresiono, y admito que era puro morbo ver como se enjabonaba la vagina y se la rasuraba completamente. El sábado estuve todo el día con incertidumbre y tensión, sin embargo ella, era todo confianza, seguridad y aplomo ¡una mujer decidida, vamos!.
    
    Llego el día, de mi parte estaba nervioso, expectante; de ...
    ... su parte ella mostraba el mismo aplomo y desenvoltura, parsimoniosa, con una mirada retadora y profunda hacia mi persona; en una palabra rebosaba lujuria. Aprovecho que yo me duchaba y descaradamente empezó a acicalarse: se quitó la bata quedando desnuda, su media melena morena suelta le daba aire salvaje, pasó a pintarse los ojos de azul, quedando una mirada intensa, eléctrica y vibrante; sus labios de rojo intenso. Le daban un aspecto lascivo a ese rostro gastado, un aire a buscona ninfómana, sería la palabra. Sus pechos rebotaban en sus movimientos, grandes, caídos, aunque no descaradamente conservando sus pezones firmes, pareciendo dos peras. Su culo altivo, totémico, pero firme, como júpiter; sus piernas musculadas y largas le daban ese aire corpulento, ajamonada pero no gorda, sin restos de celulitis. Ese cuerpo supuestamente iba a entregarse a un cualquiera, no había nada dispuesto; un acontecimiento inesperado ante el cual estaba yo descompuesto, pero dispuesto a sobrellevar lo que pudiera acontecer. En estos pensamientos estaba cuando salí de la ducha, ella se había colocado el sostén negro con transparencias y se estaba entangando quedando un culo casi al completo, solo un ligero hilo por su parte trasera y en la delantera completamente transparente. Acto seguido se enfundo un vestido negro, la falda por encima de la rodilla con escote que ponía de buen humor. Concluida la puesta en escena —para mí obviamente— con un ladeo de cabeza me indico que era hora de ...
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