Venganza de mujer (de la serie crónica de una infidelidad anunciada)
Fecha: 15/02/2020,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Tothem, Fuente: CuentoRelatos
... salir.
Mientras nos dirigíamos —siempre por indicaciones suyas— a la otra punta de la ciudad —yo conduciendo— ella mostraba un rostro impasible, con seguridad, callada y distante. Aparcamos, ella salió, se encamino hacía la entrada de lo que parecía un local de música cutre; el local se llamaba “la cueva”. Avanzo con paso decidido como si conociera el lugar, donde había una pequeña pista de baile, en la barra los clásicos bebedores, en la pista alguna que otra pareja. Por su parte se puso en la barra y se sentó en un taburete, pidiendo un mojito; yo me puse a su lado y pedí lo mismo. Sonaba música de los 80, el ambiente era abigarrado, gente hortera, sin clase, miradas descaradas. Por su parte ella se fue a la pista de baile, la cual quedaba justo a nuestro lado; su rostro palpitaba, sus movimientos eran precisos y seguros, estereotipados, sin duda ensayados, comportándose como un robot. Bailaba patosa, desligada, pero con esa sensualidad bizarra, chocante diría yo. No tardaron en acercase los clásicos ligones cuarentones, acercándose e intentando entablar conversación. Entonces me di cuenta que un individuo habría paso como si fuera un pistolero entrando en la llanura con su caballo; alto, soberbio, estirado, solo pudiendo distinguirlo por su físico, por el blanco de sus ojos y por su dentadura blanca ya que su piel era completamente negra; vestía camisa con motivos africanos, muy coloridos con un pantalón vaquero. Acabada la puesta en escena del personaje, ella, mi ...
... mujer, quedo frente a él bailando.
Mi mente estaba absolutamente confusa, pero funcionaba a una velocidad que casi me provocaba dolor. Todo había empezado vi cómo se acercaba lo que nunca hubiera creído posible; me dirigí al lavabo, tenía ganas de vomitar, una vez allí expulse todo lo que llevaba en el estómago, me sentía perdido. No sé cuánto tiempo pasó, me sobresaltaron los ruidos del lavabo, dos fulanos habían entrado en el baño por lo que deduje; eructaban, vaciaban la vejiga y uno echaba pedos sonoros, su conversación era vulgar:
—Has visto la tipa esa, pide polla a gritos la cabrona, madura pero tiene polvo, encima se muestra puta —dijo uno
—Ya, pero está el hijo puta del senegalés que ya se la está levantando, el cabrón se folla a toda la peña que aparece de estas suertes —dijo el otro.
Después de que se hubieran ido me marche, me dirigí otra vez a la barra, por otra parte mi mujer estaba sentada junto al fulano, los dos estaban abrazados; al verme, él, seguramente a sabiendas de que yo era su marido, la morreo a torniquete, sus gruesos labios succionaban la boca de ella, en sus mejillas se notaba movimiento, señal evidente de los lengüetazos, su negra mano ya estaba en sus muslos. Ella me miró y me hizo una señal chulesca de que fuera hacía ellos. Me senté, el porte de él era desafiante, su mirada de desprecio; llevaba la camisa desabrochada, llevaba un colgante de oro falso —seguramente— con el nombre de Mamadou.
—Ya nos vamos, te esperábamos, te has hecho ...