1. Heil mama (Cap. 3)


    Fecha: 22/02/2020, Categorías: Incesto Autor: DocJoliday, Fuente: CuentoRelatos

    ... de vida. Debe estar igual que tú o peor. A lo mejor hasta te cruzaste con ella.
    
    —No... eh... Creo que ya estaba durmiendo cuando yo llegué —dije. No me crucé con ella, lo que hice fue cruzarle la cara de un guantazo, pensé.
    
    —Deberías beber zumo y comer algo. ¿Quieres que te traiga el desayuno aquí?
    
    —No, de verdad. Me levantaré en un rato.
    
    —Vale, yo voy a hacer unos recados. ¿Quieres que te traiga sales de frutas?
    
    —No, mamá. No hace falta.
    
    —Hasta luego, cariño.
    
    Me dio un sonoro beso en la frente y se fue. Me quedé allí tumbado, resacoso, empalmado y agobiado por la culpa. Un pervertido como yo no se merecía una madre tan buena. En pocos minutos escuché los tacones de mi madre en el pasillo (tacones bajos. Nunca usaba tacones altos) y la puerta principal cerrándose cuando se marchó. Puse la radio y media hora después reuní fuerzas para levantarme, ir hasta la cocina y tomarme un café.
    
    Pasé un buen rato sentado en la cocina, dándole vueltas y más vueltas a todo lo ocurrido. Que yo era un maníaco sexual lo tenía claro desde hacía tiempo. De hecho, mis amigos también lo eran, y si no fuésemos skinheads seguramente habríamos encontrado otra excusa para arrinconar a mujeres indefensas y abusar de ellas. Pero una cosa era darle caña a putas extranjeras o inmigrantes que no se atrevían a denunciarnos porque no tenían papeles, y otra muy distinta tener deseos pecaminosos hacia la propia madre de uno, que es sagrada, por muy joven, guapa y apetecible que sea. ...
    ... Tenía que ponerle fin a aquello, y tenía que hacerlo pronto.
    
    Me quedé allí mirando los azulejos blancos de la pared hasta que me entraron unas ganas tremendas de mear. Fui al pasillo y vi que la puerta de mi tía Merche estaba abierta y la del baño cerrada. Escuché el sonido de la ducha y su voz canturreando. La hija de puta ni siquiera tenía resaca. No podía esperar a que terminase así que fui al otro baño, el que estaba junto al dormitorio principal. Cuando pasé junto a la cama de mi madre, donde la había espiado la noche anterior como un degenerado, aceleré el paso. Aquel era el baño que usaban mis padres, y desde que mi padre murió solo lo usaba mamá. Estaba impecable, por supuesto, y olía a su colonia. Solté una larga meada y antes de marcharme vi algo extraño en la bañera.
    
    Eran unas bragas y un sujetador, puestos a secar en la barra de la cortina. Yo había visto muchas veces la ropa interior de mi madre en el tendedero, prendas blancas o de color carne, sobrias y nada provocativas, pero esas eran diferentes. Eran negras, un poco transparentes y con encajes. Las bragas eran prácticamente un tanga, así de estrecha era la parte de atrás, y en cuanto al sostén, estaba seguro de que si una mujer lo llevase puesto podrían verse sus pezones a través del fino encaje negro. En un primer momento pensé que eran de mi tía Merche, que las había colgado allí para que yo no las viese, ya que me había quejado de su falta de recato, pero las tallas no cuadraban. Aquel sugerente ...
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