1. Heil mama (Cap. 3)


    Fecha: 22/02/2020, Categorías: Incesto Autor: DocJoliday, Fuente: CuentoRelatos

    ... alucinaciones.
    
    —¿No? Eso lo veremos.
    
    La agarré del pelo y la obligué a arrodillarse en la resbaladiza bañera. Para ser una alucinación, era condenadamente sólida. Gritó un poco pero me dio lo mismo, al fin y al cabo solo yo podía escucharla. Apretó los labios y le di golpes de rabo por toda la cara. Le tiré del pelo, gritó de nuevo y aproveché para metérsela hasta la campanilla. Poco a poco se fue calmando y comenzó a mamar, moviendo su boca de supermodelo sin prisa pero sin pausa a lo largo de todo el cimbrel. Podía sentir el calor de su boca, la estrechez de su garganta, la viscosidad resbaladiza de su saliva... Estaba a punto de correrme cuando algo pasó. La mata de pelo rubio de la mujer se transformó en un moño, disminuyó su estatura y la abundancia de sus curvas aumentó tanto que el bikini apenas podía contener los grandes pechos. Levantó la vista, me miró a los ojos, dejó de chupar y habló.
    
    —¿Qué te pasa, cariño? ¿Tienes fiebre? —dijo mi madre.
    
    Pegué un grito y salí de la bañera de un salto, a riesgo de resbalar y pegarme un leñazo. Por suerte no fue así. Me quedé allí de pie, desnudo, mojado y con la polla palpitando en el aire. En la bañera ya no había nadie. Cerré el agua y me envolví con una toalla, temblando. Casi grito otra vez cuando alguien golpeó la puerta del baño con los nudillos.
    
    —¿Estás bien, Paco? Me ha parecido que gritabas —dijo la voz de mi tía Merche desde el pasillo.
    
    —¿Eh? Sí... Sí, estoy bien. Es que ha salido el agua fría.
    
    —Se ...
    ... habrá terminado el butano. ¿Quieres que cambie la bombona?
    
    —No, tita. Ya he terminado.
    
    Pero no había terminado. Ni mucho menos. La cabeza me iba a estallar y tenía la polla tan dura que me dolía. Bastarían un par de sacudidas para correrme, pero sabía que no podría evitar pensar en mamá, verla arrodillada frente a mí, con su santa boca tan cerca de mi glande. Tenía que encontrar una solución, y entonces vi el cesto de la ropa sucia, junto al lavabo. En cuanto lo abrí encontré unas bragas pequeñas, de color violeta, suaves y con encaje en los bordes. Eran las bragas que mi tía acababa de quitarse antes de ducharse. Me las llevé al rostro y aspiré el olor de su coño, intenso y embriagador. Esa era la solución. Concentraría mis impulsos incestuosos en mi tía Merche. Estaba mal, pero no tanto como si fuese mi madre. Chechu nos contó una vez que un amigo suyo del pueblo se follaba a una de sus tías. Eso no estaba mal del todo. Y mi tía estaba muy buena, eso estaba claro. Ya me la había cascado pensando en ella más de una vez cuando era adolescente, y la noche anterior abofetearla y ver sus muslos a través de la bata me había puesto burro.
    
    Me senté en la taza del váter y me concentré. Imaginé su cuerpo desnudo, sobre todo las piernas largas y bien formadas. Me imaginé empotrándola contra la encimera de la cocina, agarrando su melena oscura mientras hacía temblar sus prietas nalgas de deportista con enérgicos empujones. Me envolví la polla con las bragas, visualicé su boca ...
«12...456...»