Heil mama (Cap. 3)
Fecha: 22/02/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: DocJoliday, Fuente: CuentoRelatos
... abriéndose para recibir la lefa caliente de su sobrino. En un minuto, las bragas estaban empapadas en semen y yo jadeaba, exhausto. Sí, lo había conseguido. Limpié las bragas bajo el grifo lo mejor que pude y volví a echarlas al cesto.
Me vestí y salí del baño mucho más relajado y centrado. Ya no me molestaba que la tía Merche viviese con nosotros. Al contrario. Cuanto más tiempo se quedase mejor. Fui al salón y allí estaba ella, viendo la tele, con una taza de café vacía delante y fumando un cigarro. Para gustarle tanto el deporte fumaba mucho, pensé. Llevaba la bata guateada, que estando sentada solo le tapaba hasta la mitad del muslo. Estupendo. Cuanta más carne enseñase mejor. Si hubiese sabido antes que su falta de recato iba a resultarme útil no la hubiese obligado a taparse. Pero quizá había vuelta atrás.
—¿Que estás viendo, tita? —pregunté, de pie cerca del sofá.
—Bah, nada. Por las mañanas solo ponen basura —dijo ella, echando humo por la nariz.
—Oye... No estás enfadada conmigo, ¿verdad? Por lo que pasó anoche, y eso.
—Tranquilo, eso está olvidado. Los dos nos habíamos tomado unas copas de más y se nos fue la cabeza. No pasa nada.
Me dedicó una de sus amplias sonrisas y yo se la devolví lo mejor que pude. Se había girado hacia donde yo estaba, subiendo una pierna al sofá, lo que reveló aún más piel de sus morenas piernas. Las miré sin demasiado disimulo. Al fin y al cabo acababa de correrme en sus bragas, conocía el olor de su coño, y la había ...
... elegido como reina de mis fantasías masturbatorias. Cuando sintiese la tentación de imaginar a mamá en situaciones pecaminosas, ella acudiría a sustituirla, y en mi imaginación le haría cosas que nunca le haría a mi adorada madre.
—He estado pensando, y tenías razón —dije, con cara de circunstancia —. No debería ser tan rancio, ni decirte lo que tienes que ponerte para estar en casa.
—No, tenías razón. No estoy en mi casa y debería ser más discreta.
—Ese es el tema, tita. Esta también es tu casa. No deberías sentirte como una invitada —Poco a poco, rodeé el sofá y me planté frente a ella —. Venga, quítate esa bata. Debes de tener calor. No entiendo como mi madre lo aguanta.
—¡Ja, ja! Ya te digo.
Se quedó mirándome un momento con sus ojos marrones y brillantes, sonriendo con ternura. Como esperaba, mis palabras la habían emocionado. Cuando yo era pequeño estábamos muy unidos, casi como hermanos, pero en los últimos años nos habíamos distanciado bastante. Sin duda le agradaba la idea de que nuestra relación volviese a ser más estrecha, aunque ahora yo fuese un nazi al que se le iba la olla de vez en cuando. Asintió, apagó el cigarro en el cenicero y se puso de pie. Desató el cinturón de la bata guateada. Tragué saliva. Se la quitó y la lanzó sobre el sillón más cercano.
Debajo llevaba un pijama de verano, de una fina tela rayada con distintos tonos de rosa. La parte de abajo era muy corta, parecida a unos boxers. Podía ver sus magníficas piernas en toda su ...