Los crímenes de Laura: Capítulo decimoctavo
Fecha: 28/02/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: Silvade, Fuente: CuentoRelatos
Una persona ambiciosa.
Nivel de violencia: Bajo
Aviso a navegantes: La serie “Los crímenes de Laura” contiene algunos fragmentos con mucha violencia explícita. Estos relatos conforman una historia muy oscura y puede resultar desagradable a los lectores. Por lo tanto, todos los relatos llevarán un aviso con el nivel de violencia que contienen:
-Nivel de violencia bajo: El relato no contiene más violencia de la que puede ser normal en un relato cualquiera.
-Nivel de violencia moderado: El relato es duro y puede ser desagradable para gente sensible.
-Nivel de violencia extremo: El relato contiene gran cantidad de violencia explícita, sólo apto para gente con buen estómago.
El juez Arturo Alonso no era propenso a engañarse a sí mismo. Así que pese a intentar demostrar entereza, estaba aterrorizado: temía por su vida, y no era para menos. Así que sí, sentado en el asiento trasero de una furgoneta conducida por un sociópata, atado de pies y manos, amordazado, y con unas perspectivas de supervivencia escasas, estaba realmente aterrado. Miró a su alrededor, intentando localizar algo con lo que pudiera cortar las ligaduras que le mantenían las manos y los pies unidos. Pero no había ningún útil o herramienta del que pudiera valerse. Tampoco parecía haber ningún borde afilado con el que intentarlo. Y seguramente, aunque lo hubiera habido, no hubiera podido moverse sin levantar las sospechas de su captor, que lo vigilaba continuamente por el espejo ...
... retrovisor.
Debía haber hecho caso a su esposa y no haber salido a dar aquel último paseo matutino. Si se hubiera quedado en casa, ya estaría camino del aeropuerto. En cuanto llegó el macabro paquete con el cadáver de una joven a su casa, supo inmediatamente quién era el responsable, y comprendió que iría a por él. Lo que no pensó es que Hugo actuaría tan deprisa. Había tardado tres días en organizar su huida del país, en conseguir una vía franca de escape para evitar a la policía y en dejarlo todo atado, pero no había sido suficiente. Hugo se le había adelantado.
Ya sólo le quedaba confiar en la providencia, pues dudaba de que la policía hubiera avanzado lo suficiente en sus pesquisas como para haber averiguado quién estaba detrás de los asesinatos. Tal vez, si la detective había conseguido… Pero no, eso era imposible, en tan sólo cuatro días no podía haber hecho más que rascar la superficie. Y eso lo sabía porque si hubieran conseguido desenmarañar la historia que compartía con el conductor de la furgoneta, también estaría sentado en el asiento trasero de un coche, pero de uno de policía, esposado y camino a los juzgados. Pero ahora, dadas las circunstancias, aquella perspectiva no parecía tan mala. El juez Alonso se estimaba mucho su vida, y temía estar a punto de perderla.
Miró por la ventanilla con la esperanza de encontrar algún control de carretera o algún coche patrulla cercano para intentar llamar su atención, pero evidentemente no era su día de suerte. Tras unos minutos ...