Corneado, enculado, dominado y humillado
Fecha: 02/03/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: Tothem, Fuente: CuentoRelatos
... con el cornudo.
– Bueno… ¿lo habéis probado? – dijo Felipe.
– Desde luego, es una experiencia de lo más fuerte.
El eco de las palabras “mamporrero” repetidas en el subconsciente de Felipe le preocupaban bastante. Por otra parte pudo observar como su mujer bailaba animosamente, lo envolvió una lobreguez húmeda y sombría. Las luces del local emitían destellos de colores, el suelo brillaba con efecto de fosforescencia y, cuando volvió a observar a su mujer junto al hombre ya estaban cuchicheando entre ellos apreciando que el hombre en cuestión le dirigía una mirada escrutadora y retadora al mismo tiempo. Entretanto Felipe estaba bebiendo, mientras reflexionaba acerca de su cometido, parecía ir perdiendo algo más de su identidad. Tenía una sensación de aislamiento. De inmediato vio como el hombre avanzaba hacia él, dentro de la inmensidad de luces. Se sentía con el corazón ligero, como si hubiese estado emboscado, totalmente solo, ya que nadie lo acompañaba.
– Nosotros vamos arriba ya – dijo repentinamente el desconocido en tono seco y áspero.
– ¿Tan pronto…? Bueno, yo me llamo Felipe, es que no… no… nos han prese… presentado – dijo balbuceante.
– Masu, yo me llamo Masu – dijo en tono distante y apático.
– Veo que han congeniado pronto, ¿qué le parece mi mujer, le gusta ?
– Parece un putón de feria, como todas las que vienen de afuera…
– Bueno, veo que eres muy directo, ya me habían advertido…
– Me ha dicho tu subes también, vas a colaborar, en ese ...
... caso mira mi culo y no lo pierdas de vista – dijo en tono chulesco y en señal de que los siguiera.
Después de pagar su consumición, cuando se puso de pie, se miro en un pedazo de espejo que estaba tras la barra y lo impactó su extraña apariencia de acatamiento. Por dentro temblaba, porque temía y admiraba el carácter calmo y autocontrolado de su mujer para la ocasión, cuya postura ante la situación a través de una hosca variedad de silencios amilanantes. Ya que ella se encontraba de repente a pocos metros de ellos a la espera.
Salieron del local, ellos siempre delante, justo en el edificio colindante les aguardaba unas sucias escaleras, parecían la ilustración de un proverbio que dijese: “la verdad puede ser más cruel que la caricatura”. A medida que iban subiendo con ella abrazada a él, él le iba subiendo la falda, dejando entrever un portentoso culo entangado. Tras ellos Felipe vio como las nalgas subían y bajaban ligeramente en cada escalón. Masu como un si fuera un garfio agarró las nalgas, para después con el dedo corazón erecto en una de las subidas introducirlo en el conducto anal, y así de esta manera ir subiendo escalones. Era el prefacio inequívoco de lo que iba a pasar. Una vez delante de la puerta destartalada sin dejar de tener el dedo en el conducto anal de Loli, Masu dio las llaves a Felipe y como si de un criado se tratara abrió la puerta y les dio paso.
Masu se sentía seguro, sabedor de su valía, las circunstancias de la vida le habían colocado en ...