1. Noche de pasión en Lisboa (III): Sacando de apuros a Amália


    Fecha: 07/03/2020, Categorías: Gays Autor: alfredo1257, Fuente: CuentoRelatos

    Estoy en mi garaje, arrodillado en el suelo con una pistola estroboscópica en mi mano izquierda, mientras con la derecha afino el avance del encendido de mi capricho más preciado. Es difícil reconocer en este MG TC migdet de 1.946 aquel patito feo en estado ruinoso que adquirí hace ya treinta años en Inglaterra, cuando pasé una temporada trabajando allí. Este cochecito que hoy es azul almirantazgo, con cubos de radios cromados y capota de lona blanca, era en aquel entonces un montón de chatarra, de un color rojo desvaído, arrinconado en la esquina de un granero en la campiña inglesa, al que descubrí de casualidad, y por el que casi me pagaron para que me lo llevase. Después de haberlo desmontado literalmente hasta el último tornillo y dedicado horas ingentes a su restauración, hoy es una pequeña joya en la que he ido trabajando con el mimo que se hacen las cosas, cuando no se hacen por dinero, sino por el gusto de devolverles el esplendor que tuvieron de nuevos.
    
    Es el mes de julio y la próxima semana me la he tomado de vacaciones para viajar por carreteras nacionales y secundarias, conduciendo con tranquilidad y parando allí donde me apetezca, solamente disfrutando del paisaje, y estoy dándole los últimos toques a la puesta a punto, para salir mañana, domingo y volver al final de la semana, tratando de minimizar cualquier problema mecánico que se me pueda presentar.
    
    Acabo de apagar el motor y me dispongo a poner el capó de libro en su sitio cuando suena Malena en el ...
    ... tono de llamada de mi móvil. Sin necesidad de ver la pantalla, sé que me está llamando Amália. Me extraña que me llame un sábado a las 4 de la tarde, pero tampoco le doy demasiada importancia. Ordeno de viva voz al manos libres la orden de descolgar y respondo a la llamada:
    
    —Dime Amalia, buenas tardes, ¿a qué debo el gusto de tu llamada? Tengo puesto el manos libres, pero estoy solo, puedes hablar sin problemas.
    
    —Alfredo, querido, estoy en un apuro y no sé si podrás ayudarme.
    
    —Por favor, dime que te ocurre, que ahora me has preocupado. Ten por seguro, que si puedo, sabes que te ayudaré en lo que sea.
    
    —Verás, para mí es un poco difícil decirte esto, no quisiera que te sintieses como “el sustituto”. Mañana se casa Magnolia, la hija de mi hermana y yo soy, además, su madrina de bautizo, así que comprenderás que mi presencia en la boda es inexcusable. El caso es que mi pareja en la ceremonia iba a ser un primo mío, pero esta mañana se levantó con un dolor agudo en el costado derecho y ha resultado ser una apendicitis. Lo han operado de urgencia hace dos horas y no corre peligro, pero obviamente, no estará en la boda y no quiero ser la tía solterona que va a la boda sin pareja. Por favor, cielo, podrías acompañarme?
    
    —¿A qué hora es la boda?
    
    —La ceremonia es a las 11:30 de la mañana.
    
    Mientras estamos hablando, hago cálculos. Estoy a unos 450 Km. de Lisboa, veo en el garaje mi coche de uso habitual, un sedán alemán de gama media y en unas 4 horas podría estar sin ...
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