Mis cuentos inmorales. (Entrega 37)
Fecha: 09/03/2020,
Categorías:
Hetero
Autor: Febarsal, Fuente: CuentoRelatos
... que lo intento y hago fuerzas, imposible.
-Mira: o dejas de tirar esos pedos, o no duermo más contigo. Me dijo una noche.
Generalmente me suelo acostar antes que ella; ya se sabe del ritual de las mujeres antes de acostarse: se tienen que desprender de todos los potingues que han configurado sus rostros durante el día; y eso a la mía le lleva como una media hora, tiempo suficiente para que haya caldeado la alcoba de tal manera, que cuando entra se tiene que ir al salón hasta "que pase la tormenta".
Mi mujer es muy "asquerosa" hasta tal punto le dan repulsión ciertas cosas, no he conseguido en los años que llevamos casados "que me la chupe", dice que es superior a sus fuerzas. Una vez a base de mucho insistir, conseguí que accediera a hacerme una "mamadita", pero estando su boca a menos de un centímetro de mi polla, le sobrevinieron unas arcadas que casi echa toda la cena por la boca.
-¿Qué te pasa cariño?
-Que huele muy mal. Huele como a sardinas.
Debo aclarar, que olía a polla, a su olor natural, no a "requesón" como suelen oler la de los tíos guarros que no se la lavan. Y un servidor es de calzoncillo diario.
-Mi amor: a mí me encanta como huele tu coño, naturalmente me refiero a su olor natural, y no me da asco, al contrario, me excita.
-Pues eso es de cochinos. Los olores corporales son una cochinada.
En ese preciso momento me sobrevino un pedo tan descomunal que me fue imposible evitar. ¡Joder! que pedo, uno de los más hermosos que han ...
... salido de mi ano.
Al momento, el receptáculo del amor se inundó de una fragancia mezcla de repollo, coliflor y judías pintas. ¿Ustedes se imaginan como se puede hacer el amor con una mujer que dice que la polla huele a sardinas, y que no soporta el olor de los pedos de su marido?
El rostro de mi señora se desfiguró por completo; aquel rostro tan bello, se transformó en algo feo, compuso una mueca tan grotesca, que al punto comprendí los efectos tan negativos que hacían en su alma y corazón los efluvios corporales de su marido.
He de aclarar, que esta situación (la de los pedos) me sobrevino a los cinco o seis años de casados, antes no me peía en la cama como ahora, por lo que no había problema, pero algo cambió en mis intestinos que se convirtieron en una máquina de tirar pedos.
Le pregunte a mi padre si había algún precedente en la familia, y me dijo:
-Sí, hijo sí. Nuestra familia es una familia de pedorros.- Y me contó la siguiente anécdota:
-Recuerdo que tendría unos doce años, iba mi padre (mi abuelo) montado en un mulo, y yo (mi padre) a unos dos o tres metros por detrás jugando con una vara de olivo. De pronto se oyó tal pedo que me asusto, y dije:
-Padre, quien ha sido ¿Usted o el mulo?
-Yo hijo, ¿Por qué lo dices?
-No por nada, es que me parecía muy gordo para ser del mulo
Es cierto, recuerdo de niños a mi hermano José Antonio, como se tiraba tales descomunales pedos, que el vecino del tabique de al lado de la habitación que dormíamos ...