Extorsión a una mujer casada (parte 01)
Fecha: 15/03/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: Stoner, Fuente: CuentoRelatos
Cursaba el último año de la secundaria junto a Héctor y Pablo y los tres solíamos andar juntos también fuera de clases. Generalmente nos reuníamos casi todas las tardes en la casa de Pablo -un buen muchacho, aunque un poco lento- e invariablemente nos encerrábamos en su habitación, ya sea a perder el tiempo viendo la TV o jugando con la consola o la compu.
Victoria, la mamá de nuestro amigo Pablo, nos recibía cordialmente en su casa y nos dejaba hacer mientras hacia sus cosas.
Pero Vicky, como le decían, era toda una hembra que a Héctor y a mí nos traía locos: alta, ojos verdes, pelo castaño hasta los hombros con las puntas hacia dentro, tez blanca, un rostro de bellas facciones, labios carnosos y cálida sonrisa. Toda una ama de casa de aviso publicitario. Y su cuerpo no se quedaba atrás: prominentes senos, sinuosa cintura, caderas generosas y un carnoso culo parado; piernas largas de gruesos muslos bien torneados.
Vicky, nos contó Pablo, había sido una consumada deportista en su juventud.
Luís, su marido, trabajaba como supervisor itinerante de una empresa, por lo que solía ausentarse por varios días de su hogar. Las pocas veces que los vi juntos observé que tenían una buena relación, aunque un tanto distante, lo que no dejó de llamarme la atención. No obstante, no podíamos menos que envidiar al tipo.
Mientras pasábamos la tarde allí, la mamá salía a hacer las compras y solía ausentarse por un buen rato.
Una tarde, mientras me dirigía a la casa de Pablo, ...
... divisé a su madre caminando con su bolsa de compras. Quedé cautivado con el sensual bamboleo de su culo debajo de su ceñida pollera. Me propuse alcanzarla y darle charla pues era una buena ocasión para observar disimuladamente sus grandes pechos; pero mientras pasaba junto a la pequeña plazoleta, dio la vuelta y se metió en ella. Aminoré la marcha y me oculté para observar. No la vi, por lo que concluí que estaría en el fondo del lugar; hasta ahí caminé y lo que vi me dejó de una pieza: doña Victoria estaba sentada con las piernas juntas y la bolsa a un lado, junto a un hombre que enseguida reconocí: se trataba de Alfredo Sanctis, el rector del colegio al que concurríamos.
Sanctis, viejo carcamán, al parecer se traía algo con la mamá de nuestro amigo. La rodeaba con uno de sus brazos mientras que su mano libre estaba apoyada sobre uno de los firmes muslos de la mujer. Vicky sonreía nerviosamente y mantenía una actitud cautamente defensiva. Me dije que ese espectáculo era de lo más interesante, por lo que comencé a tomar fotografías con mi celular. De pronto el rector acercó su cara a la de ella y le dio un suave beso en la mejilla que perturbó a la señora; el viejo siguió avanzando e intentó besarla en la boca, pero la mamá de Pablo apartó su cara rápidamente. Sin embargo, en la foto que tomé eso último no aparecía. Solo podía verse una serie de imágenes de dos enamorados besándose en un parque.
Minutos después, Victoria se levantó del banco y se fue. Me oculté para que ...